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Polvos mortales 'in itinere'
El Espigón de Recoletos ·
A los postres uno puede elegir entre invitarle a una canita al aire a la guapísima que almuerza en la mesa de al lado o pedir tarta de chocolateSecciones
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El Espigón de Recoletos ·
A los postres uno puede elegir entre invitarle a una canita al aire a la guapísima que almuerza en la mesa de al lado o pedir tarta de chocolateLa actividad sexual de los seres humanos es, además de placentera, un ejercicio de riesgo y despierta la mayoría de las veces el interés popular; máxime si es extraconyugal. El adagio asegura que de aquellos polvos vinieron estos lodos, aunque uno no debería arrepentirse nunca ... de sus aventuras, derrotas y estrepitosas caídas del caballo. Hemos venido a este mundo a aprender y no a emular a Julio Iglesias.
Los mayores desastres en el tálamo provienen de los cuernos, y las encuestas aseguran que España es campeona en ponérselos al cónyuge, novio, sufriente o similar. El Instituto Francés de Opinión Pública acaba de publicar las cifras de nuestros pecados: «El 30% de las mujeres españolas han sido infieles en algún momento de su vida» y su perfil es de treintañera, urbana, progresista y «se cree bastante guapa». El informe concluye que uno de cada tres encuestados españoles está seguro de que le han puesto los cuernos en algún momento. Las ofertas del 3x2 aplacan mejor la sed: son los liberados, oiga.
Por su parte, la web de contactos Ashley Madison afirma que el nuestro es el país más infiel de Europa, y Madrid, la ciudad. Por barrios, los infieles de la capital madrileña se juntan a 'solucionar' sus cosas en el de Salamanca, Las Tablas y Moncloa. En cuanto a diferencia por sexos, las mujeres más infieles se alojan en Delicias, y los hombres, en el distrito Centro y en Majadahonda, pistoletazo de salida del 'Watergate' español y donde Correa hacía el paseíllo con su 'Barbie'. Porque los novios –o parejas, dicen muchos– son ahora generosos en sus afectos, democráticos, sufragistas y plurales, y consideran 'moralista' la cuestión de la fidelidad.
El caso es que no solo en España se fabrican cornamentas en serie: un tribunal francés ha dictaminado que el infarto mortal que sufrió en 2013 un hombre durante un encuentro sexual con una señora que no era su mujer, en un hotel de Meung-sur-Loire, fue un 'accidente laboral'. La cosa es que, como en aquella película de Kusturica, «papá estaba en viaje de negocios», a punto de cerrar un trato con una constructora ferroviaria, y la sentencia ha obligado a la empresa –muy a su pesar– a indemnizar a su familia, que recibirá mensualmente el 80% de su salario. Jean-Pierre Melville llegó a filmar el tema en 'Dos hombres en Manhattan', protagonizada por dos reporteros galos que descubren que un diplomático francés que trabajaba en la ONU había caído en acto de servicio 'sexual' en la Gran Manzana.
En su sentencia, el tribunal ha determinado que «un encuentro sexual es un acto de la vida normal como ducharse o comer»; una cuestión de necesidad perentoria y que sienta jurisprudencia, vamos. Es decir, que a los postres uno puede elegir entre invitarle a una canita al aire a la guapísima que almuerza en la mesa de al lado o pedir tarta de chocolate, porque todo viene a ser lo mismo. De todas formas, tengan cuidado con los polvos 'in itinere', que igual acaban criando 'mauves'.
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