Políticos con el agua al cuello
LA ESPITA ·
A punto de cumplirse un año desde el inicio de las restricciones por la pandemia, cada día está más claro que muchos dirigentes públicos no han aprendido nadaLA ESPITA ·
A punto de cumplirse un año desde el inicio de las restricciones por la pandemia, cada día está más claro que muchos dirigentes públicos no han aprendido nadaLa presidenta del Congreso, Meritxell Batet, expresaba en marzo su esperanza respecto a que «esta crisis global» por la covid-19 «no se lleve por delante la política en la mejor de sus expresiones». A la vez, Javier Solana, presidente del Patronato ... del Museo del Prado, advertía de que «otorgar a los estados y a sus dirigentes amplia capacidad de maniobra no debe implicar que tengan carta blanca». Es bueno traer a colación estas aseveraciones porque a punto de cumplirse un año desde las restricciones por la pandemia, que incluyeron un confinamiento total que algunos gobiernos autonómicos vuelven a reclamar (con el de Castilla y León a la cabeza), cada día está más claro que muchos dirigentes públicos no han aprendido nada. Veamos por barrios.
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La Junta de Castilla y León.Un año de ruedas de prensa (primero diarias, luego dos o tres veces por semana) la mayoría protagonizadas por la consejera de Sanidad Verónica Casado; otras, por el vicepresidente, portavoz y consejero de todo lo de Ciudadanos en la Junta (excepto Cultura porque no llega), Francisco Igea, y últimamente con más frecuencia –pero no tanta como sus dos compañeros de gobierno para tratar de esquivar el enorme desgaste de ellos– el presidente Alfonso Fernández Mañueco, empiezan a hacerse bola para el ciudadano. Los tres llevan un año mostrando que ellos como que no tuvieran culpa de nada: que el ritmo de vacunas es lento, culpa del Gobierno o de la Unión Europea, o de las farmacéuticas, o de Filomena... Pero, ¿de la Junta, al menos parte de la culpa? Nada de nada; que crecen los contagios, culpa de la gente, del Ministerio o vaya usted a saber... Pero, ¿de la Junta de, al menos parte de la culpa? Nada de nada. Y así sucesivamente con todo lo que tiene que ver con las desgracias y contratiempos asociados a la catástrofe de la pandemia. Eso sí, si los miembros del tripartito castellano y leonés (PP, Ciudadanos y lo poco que le queda a Igea en las Cortes) creen que la gente no se da cuenta de cuánto escurren el bulto en sus responsabilidades es que hace mucho que no pisan la calle. Ojo al hartazgo ciudadano, ojo a su fatiga física y psicológica y ojo a las dos listas a las que cada día se mira más, la de contagios y fallecidos y la del paro. Del hartazgo a expresar la furia que causa hay una línea tan tremendamente fina que es casi invisible.
El Gobierno de España. También se hace bola en la mente ciudadana un año de homilías sabatinas o dominicales a la hora de comer (que menos mal que han desaparecido) por parte de Pedro Sánchez; de ruedas de prensa cuasidiarias del ministro Salvador Illa, siempre circunspecto, sin ningún gesto mínimamente afable; y de intervenciones diarias por parte de un Fernando Simón que está ya más quemado que el palo de un churrero. Si en la Junta de Castilla y León son hábiles echando balones fuera, en el Gobierno de España PSOE y Podemos son catedráticos en la materia. Y el secretario regional, que no líder, socialista Luis Tudanca, y el brazo ejecutor de Pablo Iglesias en Castilla y León, PabloFernández, aquí como que no (des)gobernasen los suyos desde Madrid. ¿La culpa de lo que pasa? De cualquiera, menos de ellos. Pero si los Tudanca y Fernández de turno creen que en la calle no se dan cuenta de cuánto escurren el bulto en sus responsabilidades, aunque aquí sean oposición, es que hace mucho que no la pisan.
PP, PSOE, Cs y Podemos.Incapaces de una unidad de Estado ante la pandemia, incapaces de una unidad autonómica ante la covid-19, incapaces de una gestión eficaz que reduzca contagios y fallecidos y mitigue los desastrosos efectos económicos de la pandemia, los cuatro partidos de gobierno de la comunidad (PP y Cs, en la Junta; PSOE y Podemos, en España) están ocupados en sus luchas de poder por controlar los respectivos aparatos internos en lugar de sacar a la sociedad de la pandemia. Si creen que en la calle no se dan cuenta de cuánto escurren el bulto en sus responsabilidades, aunque aquí sean oposición y allí gobierno y viceversa, es que hace mucho que no la pisan.
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A los políticos les está llegando al cuello el agua del hartazgo ciudadano y no se enteran. No tienen carta blanca para actuar y ese agua está a punto de llevarse por delante la política en la mejor de sus expresiones. El profesor de la Pompeu Fabra Toni Aira explica muy bien en 'La política de las emociones' (Ed. Arpa), cómo la covid-19 ha hecho temblar los liderazgos políticos de punta a punta del globo, con «una venta de humo que se dedica a proyectar percepciones que a menudo viven fuera de la realidad».
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