Pablo Iglesias conversa con Irene Montero antes del comienzo del acto del Día de la Fiesta Nacional. Juan Carlos Hidalgo-EFE

Política y poder conyugal

¿Cuántos países habéis conocido con matrimonios compartiendo consejos de ministros?

Diego Carcedo

Valladolid

Miércoles, 21 de octubre 2020, 07:46

Hace algunos días me preguntaba un estudiante que está preparando una tesis sobre política y poder conyugal cuántos países he conocido con matrimonios compartiendo consejos de ministros. «Es evidente –le contesté–, que yo no conozco más allá de un centenar de países independientes y ... Naciones Unidas reconoce a 195. Mis conocimientos son muy limitados. Pero, sí, he conocido y tengo conocimiento de algunos donde el poder ha sido o es compartido, o mejor diría repartido, entre familiares». «Teodoro Obiang, el sátrapa de Guinea Ecuatorial sin ir más lejos, cuenta entre otros muchos familiares en puestos claves con su primogénito, Teodorín, como vicepresidente de la Repúblico y de otro hijo, Gabriel, como ministro de Hidrocarburos. Trujillo, otro ejemplo en la historia de la tiranía, se compartía el poder civil con su hermano Héctor y el militar con su hijo, Ramsés, de once años, ascendido ya a general».

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«Pero, ¿y matrimonios compartiendo gobiernos?», precisó el estudiante. Me hizo pensar un poco, intentar recordar y lamentar no tener la memoria de antes. «Pues, así en frío, apenas me acuerdo de tres o cuatro: los filipinos Ferdinand Marcos e Imelda Ramos, los argentinos Juan Domingo Perón y sus dos esposas, Evita e Isabel, y, claro, los nicaragüenses Daniel Ortega y Rosario Murillo, que cambiaron la revolución por el sillón del poder único».

«Todos los casos se dan en dictaduras. En países democráticos y desarrollados no me viene ninguno a la cabeza». El doctorando me interrumpió: «Pues tiene un caso bien cerca, aquí en España hay un matrimonio en el Consejo de Ministros: Pablo Iglesias e Irene Montero». La verdad es que no había caído en la cuenta.

«Pues sí, es verdad –le respondí–. A veces me olvido –dije sonriendo– de que España es diferente, aunque a mí muchas veces me fastidia bastante redescubrirlo». «¿Y usted lo ve bien?», insistió mi interlocutor. Me quedé pensando un poco y sólo acerté a responderle: «Ni bien, ni mal ni todo lo contrario. Somos 46 millones de españoles y hay 'veitinosecuantos' ministerios. Creo que un récord en Europa, menos que Uganda en tiempos de Amín, que eran 34».

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Los dos nos reímos. Para intentar rematar la gracieta –yo que no la tengo–, proseguí: «Bueno, somos nada más que 46 millones de españoles y quizás no sean suficientes para escoger. Piensa, como estudiante, que hace falta una ministra de Educación, otro de Investigación, otro de Universidades, diecisiete consejeros autonómicos y cuarenta y tantos rectores con una deseable autonomía universitaria». Es lógico –pensé después– que haya que tirar de la familia.

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