Política de gestos
El avisador ·
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«Detrás del gesto debería ir la verdad, el movimiento, y no solo la mueca. De otro modo, el gesto se convierte en tic»Se fue Gali de España, y la Justicia española le dejó marchar sin preguntarle. Entró en Argelia, y las autoridades tuvieron el gesto de ir a visitarle al hospital casi con honores de jefe de Estado. Y lejos de ablandarse, la crisis de Marruecos se ... ha endurecido. Como la ministra, que vive en la Arcadia, no ha hecho el más mínimo gesto para ofrecer explicaciones, el Gobierno empieza a pensar en utilizar el comodín del Rey. Hay quien piensa, igual con fundamento, que el recurso a la vieja relación familiar entre los soberanos de Marruecos y los de España podría ser un gesto capaz de detener, con más éxito que la policía, el efecto llamada. Porque el muecín de los afligidos sigue convocando a miles de jóvenes magrebíes a la frontera ceutí. En algunas cosas parece que no pasa el tiempo: el destino de los sin casa sigue pendiente de lo que pueda pasar en la casa de los reyes.
Del apoyo internacional poco cabe esperar. No sabemos si por lo del desprecio a la bandera de 2003, por lo de la base de Torrejón de 2010, o directamente porque confunde a Sánchez con Zapatero, lo cierto es que Joe Biden no ha tenido el gesto de incluir a España en la primera línea de su próxima visita a la Unión. Y en Bruselas, a lo que parece, hay más preocupación por las fronteras turísticas y los certificados de vacunación que por las alambradas de la playa del Tarajal. Tal vez haya que esperar a 2031, cuando se retire el DNI y esté únicamente en vigor el comunitario NIC (National Identity Card, en inglés), para que se den cuenta de que Europa limita al sur con Marruecos, entre otras patrias.
En todo caso, tampoco da la impresión de que lo del Tarajal le preocupe en exceso a nuestro presidente, más pendiente de otros gestos de mayor envergadura. Gestitos, como el de seguirle dando hilo a la cometa de la mesa de negociación de Cataluña, de la que Aragonès no se olvida. O grandes gestos, como el del indulto. Que tampoco será suficiente. Lo mismo tiene que empezar a pensar en remodelar Gobierno sacando a Iceta de Política Territorial para meter a Junqueras. O a González Laya de Exteriores para que entre Puigdemont, que de embajadas y de diplomacia europea sabe más que nadie. Por cierto que habrá que ver el gesto que hace Felipe VI cuando le toque firmar, de puño y letra y para la historia de España, la rehabilitación de los del «ho tornarem a fer».
¿Se resuelven los problemas con los gestos? De eso sin duda podremos hablar largo y tendido en Castilla y León, en mesas de a diez y hasta la una de la mañana, ahora que el vicepresidente empieza a cambiar de gesto según le van dejando las vacunas. Aunque a mí me da que no. Que los problemas antes que resolverse se aplazan. Y a veces hasta se enquistan. «Quien quiera enseñarnos una verdad que no nos lo diga: simplemente que aluda a ella con leve gesto», escribió Ortega. Pero algunos no lo han entendido bien. Detrás del gesto debería ir la verdad, el movimiento, y no solo la mueca. De otro modo, el gesto se convierte en tic. Y sólo es cuestión de tiempo saber hasta dónde se puede alargar la farsa. Y hasta dónde nos puede llegar a conducir los tics.
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