Jair Bolsonaro, presidente que se postula a la reelección en Brasil. REUTERS

Polarización brasileña

Editorial ·

La extrema tensión sacude la campaña en la que Bolsonaro y Lula se disputan la presidencia del mayor país de Latinoamérica

El Norte

Valladolid

Lunes, 29 de agosto 2022, 00:16

Brasil está inmerso en la campaña más polarizada de las últimas décadas con dos candidatos absolutamente contrapuestos que se disputan el 2 de octubre la presidencia del país más grande y poblado de Latinoamérica. Jair Bolsonaro, un ultraconservador que se postula a la reelección, deja ... un balance desigual en economía y de alta tensión en el panorama social. Probablemente, su gestión radical, con tics 'trumpistas' como sus reiterados pulsos con el Poder Judicial o la sombra de fraude que dibuja por el uso de urnas electrónicas –lo que preludia una posible contestación de los resultados en caso de derrota–, ha favorecido la reactivación del otro polo. El representado por el exsindicalista Lula da Silva, condenado por corrupción tras siete años en el poder y posteriormente rehabilitado en los tribunales, quien aspira a continuar el giro a la izquierda registrado en la región con las recientes victorias de Gustavo Petro en Colombia y Gabriel Boric en Chile, aunque su discurso tiene menos tintes populistas que los de esos líderes.

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Bolsonaro se ha visto desgastado por una caótica gestión de la pandemia, en la que envió mensajes negacionistas a la población en los momentos más críticos, por los que ha sido acusado de cientos de miles de muertes. Ahora ha activado ayudas sociales para los más desfavorecidos –que se inclinan abrumadoramente por Lula– y revestido su campaña de un fuerte componente religioso dirigido a la potente colectividad evangélica. Los trazos gruesos de su mensaje prometen luchar contra la inflación, el aborto y las drogas. El candidato del Partido de los Trabajadores, en cambio, ha puesto el foco en el combate de las desigualdades y la reducción de las altas tasas de pobreza, y ha confiado el área económica al centrista Geraldo Alckmin para tranquilizar a los mercados.

Aunque el principal arma de ambos candidatos consiste en azuzar el miedo al contrario, en una campaña cuya alta tensión se evidencia en las grandes medidas de seguridad que rodean a los aspirantes ante el temor a atentados como el que sufrió Bolsonaro en la de 2018. Y también en el intercambio de insultos entre ambos contendientes. Lula tiene una apreciable ventaja en las encuestas, pero la crudeza en la disputa por los votos y la extrema polarización que recorre el país pueden modificar de forma apreciable sus predicciones. Con todo, la sociedad brasileña parece condenada a elegir entre opciones en las antípodas ideológicas y que se excluyen entre sí. 

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