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El Norte

Más podcasts que oyentes

Dados rodando ·

Tengo la sensación de que el tema se nos está yendo de las manos, demostrando, una vez más, que la cantidad y la calidad no son conceptos complementarios, sino a veces antitéticos

Antonio San José

Valladolid

Martes, 16 de agosto 2022, 00:14

Hace años, los aficionados irredentos a la música grabábamos programas de radio completos en cintas de cassette que luego escuchábamos, una y otra vez, en distintas circunstancias: viajando en coche, en excursiones o en aquellos legendarios walkman, cuando salíamos a correr. Era una forma de ... encapsular la radio en una pastilla de hierro y cromo que también compartíamos con amigos. El paso del tiempo y el avance de la tecnología ha hecho que aquel sistema, un tanto artesanal, se haya convertido en todo un 'boom' con la aparición del podcast, un archivo de audio digital que contiene programas de radio convencional para ser escuchados a demanda y también, esto es lo importante, contenidos originales específicamente pensados para este formato.

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El auge del podcast es imparable, tanto que el éxito se está convirtiendo en un arma de doble filo para el producto. La proliferación de contenidos ha sido espectacular y la oferta se ha multiplicado casi hasta el infinito. Hoy tenemos grabaciones digitales especializadas en historia, gastronomía, diseño, arte, arquitectura, salud, deporte, música, actualidad, y todo aquello que se pueda imaginar. Bucear por las plataformas donde se alojan este tipo de archivos es encontrarse un mundo de posibilidades que, poco a poco, está empezando a ser inabarcable. Bien está que exista una amplísima panoplia de opciones, pero, como en todo, el exceso lleva a que coexistan productos de gran calidad con otros que dejan mucho que desear.

Al igual que un día comentamos la ingente proliferación de blogs, donde cada cual intenta arreglar el mundo desde la privilegiada atalaya de su casa, tenemos que caer en la cuenta de que hoy cada español con su carnet de identidad en regla, graba un podcast a menos que te descuides. El abaratamiento de la tecnología ha hecho que todo hijo de vecino quiera emular a Carlos Herrera, Ángels Barceló, Carlos Alsina o Julia Otero, a veces sin saber el oficio y sin vocación, como decía la canción de Serrat. El imprescindible arte radiofónico brilla, en ocasiones, por su ausencia, y así podemos escuchar grabaciones deficientes, apresuradas y carentes de interés. El formato debe de ser una variante actualizada de la radio, pero compartiendo sus códigos y su propia sintaxis narrativa. No sé lo que opinará la profesora Chelo Sánchez, de la Universidad Pontificia de Salamanca, para mi todo un referente en este campo, pero tengo la sensación de que el tema se nos está yendo de las manos, demostrando, una vez más, que la cantidad y la calidad no son conceptos complementarios, sino a veces antitéticos.

La gente valora mucho los podcasts y los escucha mientras hace deporte o soporta un atasco de tráfico. Existen auténticas joyas de orfebrería en este formato que no son sólo recomendables sino imprescindibles, y eso es algo que dignifica al medio radiofónico y al 'podcasting'. Pero, al mismo tiempo, hay personas que deberían entender que para ponerse delante de un micrófono hay que poseer unas aptitudes determinadas, y también que la preparación y la elaboración de un buen guion, son elementos imprescindibles para conseguir un resultado que merezca la pena. Cuidar el sonido y la calidad de la grabación es algo fundamental, por eso uno espera que pase el furor y la fiebre por tener un podcast propio que exhiben tantos miles de personas. Entonces, será el momento de seleccionar a los mejores y disfrutar de su talento. Las modas a veces resultan curiosas, tanto, que si seguimos así, a este ritmo, va a llegar el momento en el que existan más podcasts que oyentes. Al tiempo.

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