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Una guerra en Europa, el cielo con luz de discoteca que se dispone a echar el cierre y una lluvia oscura nos traen una sensación apocalíptica cuando todavía andamos embozados con mascarillas quirúrgicas y los camioneros colapsan las calles amenazando con dejar los supermercados desabastecidos, ... con un aire soviético o de posguerra. Como Francisco Umbral escribió en 'Mortal y rosa', teme uno coger el teléfono y que directamente le pongan con el cementerio. Probablemente imbuida por ese espíritu catastrofista, Isabel Díaz Ayuso ha venido a decirnos que la izquierda solo sabe gestionar la pobreza y vivir de ella.
Un futuro con harapos es lo que Ayuso pronostica para todos aquellos pueblos que entreguen su confianza al socialismo moderado, no digamos ya a los ultramontanos de la izquierda. A ver cómo se toma eso Núñez Feijóo, a ver cómo dirige esa orquesta que tiene en el partido y que no tiene la menor intención de afinar los instrumentos ni leer ninguna partitura. La centralidad ha sido importante en este país. El PSOE la buscó cuando Felipe González se desprendió del marxismo –con dimisión efímera incluida– y el PP cuando dejó atrás los clichés más rancios de su carnet de identidad. Ahora puede que existan las condiciones adecuadas para que ambos partidos den un pequeño paso de aproximación, no al adversario, sino a ese cauce amplio que va de la socialdemocracia al centro derecha. Algo que le revuelve las tripas y espanta a Unidas Podemos, como es natural.
Podemos teme la centralidad, la derechización del PSOE. Se encuentran más cómodos en el enfrentamiento directo. Con el PP formando amalgama con Vox para poder proclamar que son la misma cosa, o incluso más dañino el PP por lo que tiene de taimado frente a la sinceridad bruta de Vox. El PP se ha convertido en sospechoso por pactar con Vox en Castilla y León. Sospechoso de todo, nos dicen desde Podemos. Tanto, que ha tenido que ser llamado al orden desde Europa. Se olvidan en Podemos de que ellos tampoco han dado nunca demasiadas muestras de un europeísmo desaforado. Europa, la troika, el mal con banderita azul y estrellas amarillas, venían a decirnos. Mejor jugar todos un poco al apocalipsis, al rasgamiento de las vestiduras y así poco a poco ir cavando una zanja –o una trinchera– que separe claramente a la derecha y a la izquierda. Acabar con las vías de entendimiento, porque el entendimiento también es sospechoso. En esa cuerda floja tiene que danzar Feijóo. Pedro Sánchez puede enseñarle algunos pasos de baile. Lleva toda la legislatura moviéndose por esa cuerda como por el salón de su casa. Es decir, por la Moncloa.
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