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Muchas voces reclaman que se actúe con más contundencia para frenar los desastrosos efectos del cambio climático. Como un grupo de jóvenes portugueses que presentaron hace cinco años una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos a causa de los incendios forestales que se ... propagaron en 2017 por la región de Leiria, produciendo muertes y heridos graves. Finalmente, este otoño la gran sala estudiará el asunto, lo que da idea de que el problema del cambio climático y del medio ambiente cuesta, pero acaba abriéndose camino en los tribunales como medida 'in extremis'. Que se judicialicen esas gravísimas situaciones, que los magistrados establezcan responsabilidades a Gobiernos y empresas puede ser un gran paso adelante.
La acción de ese grupo de jóvenes portugueses ha sido profética. Este verano se han sucedido incendios como el que ha arrasado estos días la Serra da Estrela en Portugal. En nuestro país, los incendios forestales han quemado en lo que va de año tantas hectáreas como las que ardieron entre 2018 y 2021. En Colombia, hace cuatro años, 25 escolares consiguieron que la Corte Suprema de Justicia ordenara a las autoridades adoptar un plan para proteger la Amazonia. Fue muy poco, pero fue algo. En ese país se ha dado personalidad jurídica a varios ríos, igual que ha ocurrido en España.
A su vez, Damien Carême, alcalde de Grande Synthe, inició un proceso al que se unieron los ayuntamientos de París y Grenoble para que el Gobierno francés cumpliera una serie de acuerdos medioambientales. En 2021, el Consejo de Estado ratificó una sentencia dándoles la razón. Tenemos más ejemplos. Como el de la asociación de mujeres mayores suizas, Klima Sennorien, que ha denunciado ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos la inacción del Ejecutivo suizo contra el cambio climático. En 2017, también en la India y por la vía del litigio, los ríos Ganges y Yamuna fueron declarados entidades vivientes con iguales derechos legales que los seres humanos, algo que poco antes se había dictaminado en Nueva Zelanda para su río Whanganui.
Esos jóvenes con visión de futuro, las comunidades indígenas y los defensores de la tierra se han visto obligados a pleitear para proteger el medio ambiente y nuestra propia existencia. Así, el planeta está ahora en manos de los jueces, ante una acción desesperada para atajar el desastre final. ¿Sabrán los magistrados estar a la altura de lo que se les encomienda? ¿Conseguirán establecer responsabilidades concretas? Veremos.
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