La plaga

El populismo es una plaga, verdaderamente, y los populistas que menciona -Trump, Johnson, Berlusconi- merecen el mayor desprecio. Pero se da el caso de que en este país, el verdadero problema de la democracia no es el populismo que él señala sino el otro. No el de extrema izquierda, que es pacífico y no pretende desmantelar la Constitución ni amenaza al pluralismo, sino el de extrema derecha, nostálgico de Franco, amigo de la xenofobia y el racismo de Hitler, homófobo y enemigo de las libertades.

Obviamente, no tiene nada que ver una cosa con otra. Se puede abominar de ambos populismos. Pero empieza ya ser sospechosa esta detestación constante de un sector intelectual de este país contra Podemos y lo que Iglesias ha significado en él -Podemos es consecuencia del fracaso del bipartidismo en la solución de los problemas-, en tanto se cierne un denso silencio acerca de los peligros que supone el surgimiento de Vox, que además ha contaminado a la frágil derecha de este país, siempre dispuesta a apuntarse al bando del sectarismo y el rigor dogmático frente a la heterodoxia. Por eso, algunos estamos muy hartos de tanta crítica ilustrada hacia la izquierda que tenemos, que parece más resentida que constructiva, como si estuviera resentida porque las jóvenes generaciones de la izquierda hayan decidido volar por su cuenta.