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Boris Johnson, primer ministro británico. J. Taylor--Efe
A piñón fijo

A piñón fijo

Editorial ·

A Boris Johnson le interesa acabar con la UE de manera abrupta, culpando a Bruselas del desaguisado que ello pudiese suponer

El Norte

Valladolid

Lunes, 23 de diciembre 2019, 07:30

La Cámara de los Comunes aprobó el viernes la ley que pondrá en marcha el 'brexit' a partir del 31 de enero, con un período transitorio que no podrá ir más allá del 31 de diciembre de 2020. Boris Johnson sacó adelante la norma con ... el voto favorable de 358 parlamentarios, frente a 234 en contra. Lo que asegura su aplicación según las pautas que establezca el 'premier' británico, sin que resulte imaginable que las discrepancias políticas en el Reino Unido puedan perturbar el ritmo que fije el Gobierno británico o reorientar la salida de la Unión. Las dudas surgen en cuanto a los resultados que ofrezca finalmente la celeridad de Johnson. Porque un año no es nada para que la pertenencia a la UE sea sustituida por un acuerdo comercial de largo alcance, que pueda ser netamente ventajoso para los intereses de los ciudadanos británicos. De manera que al consagrar la fecha límite del último día del año que viene para desvincular al Reino Unido de la Unión Europea como baza personal de Johnson, este podría culminar el proceso de ruptura antes de haber negociado un tratado alternativo a cambio. Si nos retrotraemos al papel de oposición desempeñado por Johnson a favor del 'brexit' y contra Theresa May, sería lógico pensar en la posibilidad de que al primer ministro conservador le interese acabar con la UE de manera abrupta, culpando a Bruselas y a los gobiernos más relevantes de la Europa comunitaria del desaguisado que ello pudiese suponer. Pero aunque Johnson se mantenga en la inercia opositora durante unas cuantas semanas más, está obligado a asumir la responsabilidad de pilotar el país en positivo. Está obligado a ofrecer a sus conciudadanos algo más que un portazo a la UE al finalizar el primer año del mandato que surge de los comicios del 12 de diciembre. Es lo que necesitan los británicos, aunque tal demanda encuentre dificultades para adquirir una dimensión política exigente dada la nueva composición de la Cámara de los Comunes. Cuando además Johnson se libró en la votación del viernes de la supervisión parlamentaria sobre el desarrollo de las negociaciones con la Unión. Pero una vez que el 'brexit' se ha demostrado inevitable, el Consejo Europeo y la Comisión tienen la oportunidad de conducir las negociaciones hacia un terreno favorable a los intereses comunitarios. Porque el 31 de diciembre de 2020 no debe ser percibido en Bruselas como un ultimátum que coarte la defensa de las posiciones de la Unión y de los países que lo conforman.

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