Pinchazos

Cuando supe que el Gobierno había diseñado un plan nacional para vacunar a todos contra el coronavirus, presumí de vivir en un país que tiene medios y respuestas para sus atribulados ciudadanos. Cuando me entero de que ni siquiera han podido librar de la ... gripe a todos los que deseaban hacerlo, me vengo abajo y me pregunto si nuestros gobernantes creerán que somos gilipollas. Si el sistema sanitario es incapaz de garantizar pinchazos para los siete millones de españoles que quieren protegerse del catarro, me tiemblan las canillas pensando qué harán para frenar la otra pandemia. Lo curioso es que este asunto de la falta de antigripales se veía venir, y así lo anunciaron numerosos expertos antes incluso de que empezaran a llegar las primeras jeringuillas a los centros de salud.

No había que ser ni lince ibérico ni ratón 'colorao' para llegar a la conclusión de que en tiempos del covid la demanda por la vacuna del trancazo se dispararía sin control, a sabiendas de que una no sustituye a la otra. Pero, visto lo visto, lo que sospechábamos casi todos no se lo olían los mandamases que cobran por protegernos. A lo mejor me equivoco pero me temo que no deberíamos hacer demasiados planes para vencer la pandemia grave antes de que acabe el año. El 2021, claro está, cuando el número de afectados sea del todo inasumible.

Los pinchazos gubernamentales pueden ser más dolorosos que la estocada en el brazo.

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