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El grupo de las siete economías más grandes del Occidente –no están China ni Rusia– han asestado un inesperado golpe a la picaresca conjunta de las grandes empresas multinacionales y determinados Gobiernos que basan sus buenos resultados fiscales gracias a la competencia recaudatoria a la ... baja contra los demás, entre ellos incluso socios en la Unión Europea. Superados los engorrosos trámites que requiere una medida de este calado, las grandes corporaciones multinacionales tendrán que pagar un impuesto mínimo del 15% en todos los países donde desarrollan su actividad y no solamente en el que tienen establecida su sede.
No en vano se trata sólo de los paraísos fiscales donde se refugia el dinero evadido y se facilita la ocultación del obtenido de manera delictiva. El acuerdo del G-7 acabará con las dobles ventajas que obtenían algunos países europeos, primero compitiendo en la captura de inversiones susceptibles de proporcionar puestos de trabajo, y segundo, logrando ingresos mayores a base de disputar a la baja los impuestos tributarios, donde estas empresas obtienen los mejores beneficios. El caso más elocuente, por no decir sangrante, es el Irlanda, pero hay más.
Algunos de los clásicos de la UE y, en determinados momentos, de los que mantienen actitudes teóricas más ortodoxas contra las diferencias sociales son Países Bajos o Luxemburgo. La tributación mínima colocará a los países en un régimen de igualdad que hasta ahora parecía imposible de alcanzar. El acuerdo deberá ser ratificado en la reunión que celebrará en julio el G-20. Aunque se prevén resistencias de los miembros perjudicados, la influencia de los grandes se impondrá. España, como otros países, tendrá que renunciar a la 'tasa Google' y, a cambio se librará de algunos aranceles norteamericanos sobre determinados productos.
Estados Unidos fue el que más regateó un acuerdo global que es rechazado por las grandes empresas tecnológicas. Pero los argumentos de los defensores de un tipo impositivo único eran tan contundentes que la administración Biden acabó cediendo. La decisión es una medida de justicia que aliviará tensiones en las relaciones entre países y acabará en parte con la política de implantación de multinacionales en función de los impuestos que tendrán que pagar. Algunos atribuyen este avance a la experiencia del último año y medio de pandemia, los estragos causados en la economía y los temores que subsisten de que de una forma u otra se repita en un futuro, para lo cual la humanidad tiene que estar siempre preparada. La experiencia que estamos sufriendo parece que algo enseña.
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