Pesadilla antes de Navidad
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Y en esto viene Torra, que se siente excluido de la fiesta del diálogo, y le pide al presidente en funciones que le llame a consultas a las ocho de la mañana. Antes que a Urkullu, en cualquier casoSe fue Greta de España, no sin antes haberse coronado como persona del año en la portada del 'Time'. No sin haber dejado a Trump sin plumas y cacareando apenas con siete palabras en un tuit: «Algunos ciertamente están fallando más que otros». No sin ... protagonizar una semana en la que hemos llegado a pensar que pudiera haber cosas peores que el negocio del Gobierno de Pedro Sánchez con Podemos y con Esquerra Republicana de Catalunya. Vana ilusión.
«El mundo se hunde y nosotros nos enamoramos», le decía Humphrey Bogart a Ingrid Bergman en 'Casablanca'. Y con este espíritu trata el aspirante a presidente de consolar a Oriol Junqueras de sus penurias carcelarias. Pero tampoco acaba de conseguirlo. Una auténtica pesadilla antes de Navidad. Un panorama que se enturbia. Que no termina de definirse. Que vuelve a ponernos a todos ante la evidencia: lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
Mejor que las fantasmagóricas criaturas de Tim Burton lo ha dicho Iceta. Lo que él quiere es diálogo. Si ha de ser entre gobiernos, sea entre gobiernos. Si en el Parlament, en el Parlament. Si en Halloween Town, en Halloween Town. Emiliano García-Page y Javier Lambán no opinan lo mismo. Pero eso da igual. Al primero no le gusta la vaselina. El segundo cree que ERC es, sencillamente, «un partido indeseable para la gobernabilidad». A qué más explicaciones.
En eso coinciden, es curioso, con Mariano Rajoy, que ayer pasó por Valladolid para celebrar el 165 aniversario de El Norte de Castilla, y recordó aquella ocasión en la que el PSOE tuvo que quitar de en medio a Sánchez precisamente para que pudiera habar un gobierno en España. El suyo. Y que volvió a recordar, de paso, que el derecho a decidir es el derecho a decidir… de todos y cada uno de los españoles. Por si corríamos el riesgo, como pasaba antes con los 'comandos' de ETA, de terminar aceptando el lenguaje del enemigo como propio. Exactamente lo que le echan en cara a Iceta y a Sánchez sus dos compañeros de partido. Que acepten supremacismo como sinónimo de democracia.
Y en esto viene Torra, que se siente excluido de la fiesta del diálogo, y le pide al presidente en funciones que le llame a consultas a las ocho de la mañana. Antes que a Urkullu, en cualquier caso. Ignorando los fueros del PNV sobre lo que unos y otros llaman Estado español. Por evitar la palabra España. Y Sánchez que le contesta que cada cosa a su tiempo. Y que Dios en la de todos. Es decir: que le importa bastante más el grado carcelario de Junqueras que el orden de revista en las llamadas. «Haga como yo, Torra –le ha faltado decir–; no se meta en política».
«Adviento, tiempo de viento», dice el refrán. Tiempo en el que el mundo espera, agitado por una cierta ansiedad, la venida de un redentor. Adventus Redemptoris. Lo malo es cuando el presunto redentor se equivoca y echa del portal a todos para quedarse a solas con la mula y con el buey. Cuando el buey se come la paja y la mula, a fuerza de coces, termina echando abajo el portal. Entonces uno ya no sabe si es mejor quedarse con el sonido del viento. La pesadilla continúa.
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