El franquismo no ha vuelto, por fortuna, pero sí vuelve a cobrar inquietud una de sus lamentaciones políticas preferidas: la pertinaz sequía con que la naturaleza castigaba nuestras glorias terrenales. El adjetivo pertinaz, de limitado uso cotidiano, había cobrado un valor subsidiario en la creación ... de chistes, anécdotas y chascarrillos para contar en voz baja. Con la democracia, pasó al baúl de los recuerdos sólo disponible para uso de escritores y nostálgicos del viejo régimen.
Publicidad
Pues la palabra pertinaz no ha recuperado su uso reiterado, pero la sequía que la tenía adoptada, sí. Vivimos un año sin invierno, los días soleados rivalizan con el verano, podemos disfrutar del tiempo y olvidarnos de que existen los paraguas. No llueve ni nieva en la mayor parte del territorio nacional. Las mujeres del tiempo, y algún hombre todavía, nos recuerdan sin que le prestemos mucha atención que en los últimos seis meses las precipitaciones están un 60% por debajo de lo normal.
El buen tiempo nos permite salir y observar el campo reseco. Llega la hora de las siembras y no será posible arar las tierras. En algunos lugares hay dificultades para alimentar al ganado. Los problemas de la sequía, que afectan a medio mundo, son la agricultura y la ganadería los que primero los sufren. Pero enseguida afectan directamente al consumidor a la hora de comprar, que ve como se encarecen la carne, la fruta y las verduras y, después, el agua de los grifos. En bastantes localidades del centro y sur de la península ya se está empezando a racionar el agua.
La excepción es el norte donde ha llovido lo que no está escrito; algo así como el doble de lo habitual en la estación. El peligro de las inundaciones ha cambiado de cuenca. La sequía que se está sufriendo, sin que se le preste especial atención oficial y mediática, encarece el precio de la electricidad y del resto de los productos de primera necesidad. Los pantanos se están secando, no hay agua para cubrir los regadíos, y las centrales hidroeléctricas ven reducir los kilovatios de producción.
Publicidad
No llueve ni ha nevado casi nada lo cual ni augura buenos resultados en el deshielo. Es triste pensar que acabaremos pagando con problemas y deficiencias económicas y, me temo, de la salud, los días soleados que disfrutamos. La gente mira al cielo azul, sonríe feliz, que me quiten el confort de estos grados extra, pero cuando recapacita un poco incrementa la conciencia de que cuando se denuncia el cambio climático no se dicen tonterías.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.