El presidente en funciones va a traer a Puigdemont a España. Lo prometió el lunes en el debate electoral, como fuera cosa suya y cualquier día lo fuera a arrastrar hasta Lledoners agarrado de su oreja secesionista. Recuerdo ahora el frío de Bruselas. ¡Cómo me ... dolían las orejas en la Grande Place! Como si las mordiera una rata. En la radio de ayer por la mañana, Íñigo Alonso le preguntó a Sánchez cómo va eso de atribuirse la acción de la justicia y el presidente ha sostenido que cómo no va a ser y ha preguntado que la Fiscalía de quién depende. «¿Eh? ¿De quién depende? Del Gobierno, ¿no?, Pues ya está. Y si no lo entregan, de quién dependerá, ¿eh? De quién? Pues ya está». Cada político posee una cosa. Felipe tenía el jardín de los bonsáis en la Moncloa y Aznar, un bigote, un mantel azul para cenar en el jardín y una pista de pádel. La calle era de Fraga y la Fiscalía, de Sánchez. También Vox ha prometido detener a Torra e ilegalizar a los partidos independentistas, que como saben, es cosa de los policías y de los tribunales. Últimamente, los políticos quieren hacer el trabajo de los jueces, como si no tuvieran cosas que hacer.
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Carles Puigdemont, al que apodaban 'Lisa' en los papeles de los CDR, se ha puesto muy loco con las declaraciones del presidente. En Bélgica, ha sacado un perrito ante las cámaras. ¡Mira qué mono es! Se llama Montesquieu. Aún huele a leche de CDR. Puigdemont es la Dua Lipa de la libertad de los pueblos. Lo mismo pide a un gobierno que libere a los presos que lo critica por ordenar cosas a la fiscalía. Karles, que conculcó las leyes de su propio parlamento, ahora da clases de separación de poderes. Habló de putas La Tacones.
Hay que entender a Sánchez en su contexto: completa el final de la campaña y es un político al que se le da mucho mejor asumir las derrotas que las victorias. Siempre gana perdiendo. Luego viene Carmen Calvo a decir que no ha querido decir eso y si lo dice Calvo, es que es verdad. Puede que para apuntarse un tanto, el presidente haya dicho que las decisiones judiciales españolas dependan en España de los criterios políticos del ejecutivo. Sería mucho peor que no pronunciar bien manada en el debate. Lo que viene a declarar es la obviedad de que todo depende de Sánchez: el desbloqueo de la legislatura, lo de Puigdemont en Bruselas, lo ricos que están los yogures en los supermercados alemanes, el atuendo de Rosa Díez en la campaña del PP y la pasión con que se besan los adolescentes sobre los bancos. ¿De quién dependen los besos? Pues ya está: Todo dependen de él. Las corrientes gravitacionales, la alternancia del día y la noche -mañana, el Sol y Sánchez amanecerán a las 7:52- y la subida del paro. Bueno, eso, no.
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