Pereza de Irene
LA CANALEJA ·
«Pereza, y muchísima, provoca esa ira al hablar, como si todos y cada uno le debiéramos algo y a unos perdonara y a otros, no»Secciones
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LA CANALEJA ·
«Pereza, y muchísima, provoca esa ira al hablar, como si todos y cada uno le debiéramos algo y a unos perdonara y a otros, no»Ya no sé qué contarte que no te haya contado ya, cantaba Pereza hace veinte años. Entonces Irene Montero era una quinceañera y es posible que tarareara esta y otras canciones de Rubén y Leiva, esos dos tipos de muchos y malos pelos e indumentaria ... deslavazada, que triunfaron en la primera década de siglo. Irene no podía imaginar, y ahora no sé si es consciente, de que la frase le iba a sentar como anillo al dedo o como pedrada en ojo de boticario, que diría el castizo. Porque no pueden contarle más veces y más personas que su ley afirmativa –y con un 'solo' cuya tilde ha sido estos días la madre de todas las batallas lingüísticas que en el mundo han sido– es un fiasco que pasará a no sé qué historia que cuenten dentro de unos años cuando ya no estemos para rebatirla.
Pereza da su soberbia, su pecado capital de referencia, y pereza da su pereza para rectificar su error. Y pereza provocan sus pucheritos cuando los otros diputados, fascistas del primero al último menos los suyos, le dicen que ha hecho unas tareas emborronadas. Pereza da verla con sus amiguitas mientras engullen con gula la tarta del feminismo del que han hecho su forma de próspera vida. Y pereza da su avaricia de intentar coparlo todo, como si antes de ella viviéramos en las cavernas de la desigualdad entre hombres y mujeres.
Y pereza genera su lujuria excluyente y su envidia de quienes intelectualmente le superan y, sobre todo, pereza, y muchísima, provoca esa ira al hablar, como si todos y cada uno le debiéramos algo y a unos perdonara y a otros, no.
Porque Irene ya no sabemos qué decirte que no te hayamos dicho ya para que desistas de insistir en el error y te guardes tus pecados para ti y tus amigas y nos dejes en paz con nuestra pereza.
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