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El todopoderoso petróleo no se ha librado del azote de la pandemia del coronavirus y la grave crisis creada en todo el mundo por la paralización de la economía de casi todos los países del mundo y por el confinamiento de la población y ... la limitación de su movilidad. La covid-19 ha representado una dolorosa puntilla para el sector productor y exportador de crudo que ya estaba envuelto en una dura lucha de precios encabezada por Arabia Saudí y Rusia, con los Estados Unidos de vigilantes agazapados tras la autonomía que les proporciona el fracking, pero que terminaron afectados muy directamente. El coronavirus está provocando situaciones históricas en numerosas facetas de la vida de la humanidad y de sus recursos de todo tipo, entre ellos, el energético. Nunca antes se habían pagado 40 dólares por comprar barriles de petróleo. Sucedió con el crudo estadounidense porque la producción no se vendía y los almacenes para guardarlo estaban llenos.
Con buena parte de los coches parados, las gasolineras han garantizado el suministro de combustibles y carburantes para una demanda muy escasa con las consiguientes pérdidas económicas y destrucción de empleo. En España, los ERTE han registrado un comportamiento desigual e incierto, tanto en los cobros de los trabajadores afectados como en la duración de su aplicación, con mucha reticencia del Gobierno a ampliar los plazos de ejecución, como necesitan los empresarios. El petróleo es la sangre que permite el funcionamiento de la actividad económica y, a pesar de todas las campañas de desprestigio de los combustibles fósiles, seguirán siendo necesarios durante muchos años.
Por supuesto que es imprescindible luchar contra el cambio climático y evitar el calentamiento de la tierra con todos los medios posibles, pero en demasiadas ocasiones se manipulan las necesidades básicas para la conservación del planeta con intereses económicos y empresariales que sólo buscan el beneficio para un sector concreto. Si realmente se quiere combatir la contaminación producida por los vehículos que circulan por España, lo que hay que hacer es promover la renovación de esos coches contaminantes por los últimos modelos. Por ejemplo, en España el parque móvil tiene más del 75% de los vehículos con más de 12 años y contaminantes. Precisamente se nos presenta ahora una buena oportunidad para relanzar la industria del automóvil, que es, junto al turismo, clave para la economía española, facilitando la compra de coches nuevos mucho menos contaminantes. El precio de petróleo también ayuda y va a marcar la recuperación de la actividad económica y de la creación de empleo.
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