![El PP y VOX se pelean](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202108/03/media/papel.jpg)
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Ya se sabía que resultaba muy difícil para el PP ir de la mano de Vox y al mismo tiempo mantener las diferencias entre ambas formaciones que permiten al PP seguir siendo un partido de Estado, ubicado en el núcleo constitucional de este país. Cuando ... la absurda moción de censura de Vox contra Sánchez en octubre pasado, Casado ya marcó distancias con la extrema derecha, e incluso personalmente con Santiago Abascal, un personaje que ocupó distintos chiringuitos aguirristas en la Comunidad de Madrid y que acabó impulsando una escisión del PP con el argumento de que la posición del partido fundado por Fraga no era lo suficientemente expeditiva con respecto a ETA.
Pero a pesar de aquel encontronazo, el PP y Vox, a veces con la ayuda del menguante C's y a veces sin ella, han gobernado y gobiernan juntos en diversas autonomías y ayuntamientos. Tras las últimas elecciones madrileñas, en que Ayuso ganó de calle, Vox es el estrambote necesario del PP.
Aquel disenso escenificado en el Congreso se recompuso, pero las relaciones políticas y personales se han vuelto a agriar en Ceuta, donde Vox ha encontrado la ocasión perfecta para exhibir sus inclinaciones xenófobas y racistas. Como es sabido, Abascal ha sido declarado 'persona non grata' por el Parlamento ceutí gracias a la abstención del Partido Popular, que gobierna la ciudad.
La razón ha sido que Abascal, en su última visita a Ceuta, arremetió verbalmente contra algunos diputados musulmanes del PP acusándoles de ser promarroquíes, quintacolumnistas de Mohamed VI. En definitiva. Vox se niega reconocer a los musulmanes como españoles, cuando varios de ellos, nacidos en España, son cuadros del PP.
En su delirio, Abascal ha pedido la deportación a Marruecos de Fátima Hamed, española y musulmana, que ha sido la proponente del varapalo político a Abascal. Todo ello además de la hostilidad de Vox a los 'menas', que muestra un desprecio inaceptable a los derechos humanos y a las normas más elementales de convivencia de las grandes democracias.
El presidente popular de la Ciudad Autónoma, Vivas, no tenía más remedio que recriminar la actitud de Abascal por obvias razones de supervivencia y de congruencia, si bien tampoco podía votar a favor de la descalificación del ultra porque se identificaría con la posición de la izquierda. De ahí su abstención y la de su partido, que sin embargo es irrevocable.
A estas alturas, Casado no puede contemporizar con Abascal si no quiere ser declarado él mismo persona 'non grata' en Europa al abrazar posiciones inaceptables (piénsese en la marginación de Hungría y Polonia por contravenir los grandes criterios humanitarios o las reglas básicas de la democracia parlamentaria). El propio Partido Popular Europeo ha reconvenido ya al PP español por estas familiaridades con la extrema derecha que la Unión Europea, un producto genuino de la Segunda Guerra Mundial, no termina de aceptar.
Hay que pensar -y no es banal en asunto- que la lideresa más popular y reconocida de la UE en las dos últimas décadas, Angela Merkel, está ya de canciller de su tercera 'gran coalición' con la socialdemocracia. Y ello es por la sencilla razón de que los cristianodemócratas alemanes nunca pactarán con los neonazis de AfD, Alternativa para Alemania, un remedo edulcorado del nazismo, de la familia política de VOX.
Algún analista contemporizador ha llegado a decir recientemente que Casado puede despreocuparse de este pacto contra natura porque aquí el PSOE también pacta con partidos como ERC, Bildu o UP, que incluye al PCE. La posición del actual de Gobierno de coalición es la que se desprende del pacto de coalición firmado entre PSOE y UP en diciembre de 2019 y no hay modo de encontrar en este documento elemento alguno que salga de los márgenes de la Constitución Española de 1978 o de la política y la doctrina de la Unión Europea, inscrita en sus Tratados.
No se puede, pues, recurrir a simetrías absurdas para descriminalizar la connivencia con Vox. Y lo que debería hacer Casado es ocupar cuanto antes el centro-derecha sin desdeñar la formación a medio plazo de un pacto transversal a la alemana o a la francesa para evitar que resuciten aquí los viejos fantasmas.
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