Tejerina, un veterano ciclista leonés, se jactaba no hace tanto tiempo de las bondades de ir en bicicleta por la ciudad. La suya, era de carrera, «como tiene que ser». Nada de bici para pasear, para la calle, o una btt con ruedas gigantescamente anchas ... que pareciera como que pretendiera adentrarse en cualquier tipo de terreno montañoso. Dos tubulares bien finos, un montón de marchas entre la catalina y el piñón, y a rodar.
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Prudente, nunca necesitó del carné de conducir. No era lo suyo. Ni lo tuvo, ni lo quiso. Así se ahorraba los problemas de sufrir las colas en la ciudad, la impertinencia de cualquier otro conductor, la sensación de moverse sorteando luces de tres colores subido entre cuatro ruedas e incluso alguna 'molesta compañía' en el asiento del acompañante.
«Mucho mejor yo solo, pero mucho mejor», decía. A sus sesenta y muchos años Tejerina pisaba el 'acelerador' cuando quería pese a reconocer, por aquellos tiempos, que no era fácil llegar a destino antes que quien se sentaba al volante de un utilitario.
«Llegarán antes, pero yo disfruto de lo lindo. Disfruto el doble», decía, argumentando que podía «parar cuando quiero y donde quiero». En aquella época 'Teje', de verbo fácil y risa entregada, era cobrador de recibos en un periódico local, cobraba las suscripciones y los pagos de la publicidad, así que callejear era lo suyo.
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Mientras, los sufridos responsables del periódico lamentaban que el cobrador oficial del diario fuera vestido de ciclista y subido a una bicicleta, con sus maillot y casco incluido, por supuesto. No parecía que fuera la imagen ideal para aquella marca editorial ya desaparecida y, a mayores, tampoco parecía el sistema más rápido para recorrer la ciudad de punta a punta bajo todo tipo de condiciones climatológicas con los recibos y el dinero en metálico metido 'en la pechera'. «Con el coche cobrabas más recibos», le decían.
'Teje', cuestionado entonces por circular sobre dos ruedas, sería hoy el 'rey del mambo'. Entre otras cosas porque su bicicleta habría pasado de ser una 'tortuga' atrapada entre coches, a un 'fórmula 1' recorriendo la ciudad.
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La nueva cultura medioambiental busca recuperar espacios libres de humos, alejados de la contaminación, reconvertir las ciudades en un instrumento de utilidad para sus habitantes y ordenar un nuevo modelo de transporte urbano más acorde con aquella realidad en la que convivimos. Lo verde prima, lo mismo que hace un tiempo la moda invitaba a meter los coches a la puerta de casa o en la misma cocina, si eso fuera posible.
La última medida, ir a un máximo de 30 kilómetros por hora en vías de un único sentido, escenifica el deseo de reestudiar las ciudades y la forma en las que en ellas se habita.
Sin embargo, esa medida será una enorme inutilidad si no va acompañada de otras complementarias: una mejora notable del transporte público, grandes aparcamientos disuasorios y vías más seguras para quienes opten por desplazarse en vehículos poco contaminantes.
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Tejerina, cuestionado dos décadas atrás por su forma de trabajar, por su pasión por moverse a base de pedalear renunciando al motor de combustión, nunca fue como muchos quisieron pensar un hombre anclado al pasado y negado frente al futuro. Un indisciplinado, vamos.
Todo lo contrario 'Teje', con su bici de carrera, solo fue un adelantado a su tiempo, incluso un 'loco de la velocidad' si se contemplan los nuevos límites de circulación en la ciudad. Hay que reconocerlo, entonces todos estaban equivocados y la razón se movía a base de pedaladas.
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