La buena noticia en este verano incierto de 2021, es que más de la mitad de los españoles tiene ya la pauta de vacunación completa contra el coronavirus. La mala es que aún queda otra mitad por inmunizar y que en ese porcentaje se encuentran ... los jóvenes, que en estos días están cayendo en la infección de manera recurrente e imparable. Somos ya casi 26 millones de ciudadanos los que hemos completado las inyecciones necesarias para enfrentarnos al futuro sin la angustia de un contagio grave. Todos conocemos a personas que han dado positivos en una PCR aún después de vacunados, pero también es cierto que en ese colectivo hay menos ingresos hospitalarios de gravedad, lo cual es un avance más que significativo con respecto a cómo nos encontrábamos hace tan sólo unos meses. Es preciso saber que la efectividad de la vacunas previene el 97,3 por ciento de los ingresos en UCI por covid, y hablamos de todas las vacunas, independientemente de la marca de las mismas y los laboratorios responsables de su fabricación y distribución.

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En las conversaciones habituales se ha colado preguntar por la vacuna suministrada de la misma forma que nos interesamos por las parejas y los hijos. ¿Cuál te han puesto? inquirimos, y en la respuesta deducimos de inmediato el rango de edad, especialmente si se refiere a AstraZeneca, que delata el tramo de 60 a 69 años. Ya nos hemos familiarizado con Pfizer, Moderna o Janssen, como nuevos elementos cotidianos en nuestras vidas, y sabemos que el pasaporte europeo de la covid-19 es el documento más preciado en estos días, porque nos abre la puerta a viajar y acceder a determinados lugares como un salvoconducto saludable e imprescindible.

Por cierto, España ha dejado de recibir y distribuir la vacuna de AstraZeneca y donará las dosis sobrantes a otros países, una decisión que no tranquiliza precisamente a quienes están inyectados con el medicamento británico que han visto, no sin sorpresa, como en un principio se restringía su utilización en la población mayor de sesenta años para pasar, tan sólo unos días después, a ser la vacuna de elección para esa franja de edad. Ahora se desecha su uso y se fía todo a las otras tres existentes en el mercado y a las que puedan aparecer en el futuro, algo que ocurrirá sin duda, mientras esperamos la que prepara en España el CSIC bajo la dirección del investigador Luis Enjuanes. La cosa va lenta, pero según todos los expertos puede tratarse de la mejor y más efectiva vacuna de las existentes. Ojalá.

De momento, este país se divide entre vacunados y no vacunados, y después entre aquellos que sólo han recibido una dosis y los que ya pueden presumir de tener la pauta vacunal completa. La taxonomía se completa con los que han recibido cada una de las diferentes vacunas y, afortunadamente, se queda cortísima en la clasificación de los negacionistas, aquellos que rechazan ser inoculados. Toda una muestra de que, a pesar de todo, en España no somos tan irresponsables como en otras naciones donde el porcentaje de reticentes absolutos es mucho mayor.

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Ahora, lo que hay que desear es que el ritmo de inmunización no pare y que aquellos que aún quedan por vacunar puedan hacerlo lo antes posible. Y otro apunte para la esperanza es constatar como muchísimos jóvenes están pendientes de la autocita y acuden responsablemente a los centros sanitarios, en Madrid incluso de madrugada. Otro nuevo ejemplo de civismo que resulta necesario subrayar en medio de la incertidumbre ambiental que nos envuelve.

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