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Sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con una parte del artículo editorial del semanario 'The Economist' del pasado 13 de abril, cuando se posiciona abiertamente y con convicción a favor de la estabilidad de España y alerta de los retos económicos que deberá ... afrontar nuestro país en los próximos años.

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El artículo considera que lo 'ideal', vistas las alternativas políticas y ofertas electorales, sería que los españoles dieran una mayoría suficiente al PSOE para poder gobernar sin necesidad de alianzas. El semanario señala que, aunque se han producido buenos resultados económicos y una cierta recuperación, serán necesarias nuevas medidas en diversas materias como pensiones y otras, también en el ámbito laboral. Algunas de esas medidas no serán posibles con un gobierno débil.

Otra alternativa, es decir un gobierno de derechas sería preocupante, porque implicaría mayor confrontación en determinados territorios de España. Al mismo tiempo, significaría la colaboración de Vox, al que tacha de «ultranacionalista», con un posible pacto a la andaluza: «Para un país que ha luchado tanto contra los fantasmas del nacionalismo de Franco, sería un paso en la dirección equivocada». Hasta aquí las reflexiones del semanario.

Se han celebrado las elecciones y no seré yo quien explique y aleccione lo que ha ocurrido el pasado día 28. Creo que los resultados electorales son tan elocuentes y evidentes que no necesitan demasiadas explicaciones, salvo para los analistas que auguraban otros resultados. También es una buena ocasión para que algunos lenguaraces pidan disculpas a los ciudadanos porque no les obedecieron cuando, en el libre ejercicio democrático, votaron con libertad, eso sí, sin coincidir con sus previsiones y deseos.

Sería muy sugestivo que también se hayan arrepentido de las agresiones a los profesionales del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y a su presidente, José Félix Tezanos, por haber realizado bien su trabajo cuando, en su momento, analizaron científicamente las tendencias electorales y las hicieron públicas, como era su obligación, con el único agravante de haber acertado. Como dice un amigo, «algunos políticos vociferantes y sus escribidores a sueldo deberían pedir disculpas, si fueran más educados, al profesor Tezanos».

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Y qué decir de quienes utilizaron todo tipo de ofensas y calumnias al actual presidente en funciones mientras competía democráticamente con los otros candidatos, impropias de la derechas educadas. Casado y Rivera se repartieron expresiones y soflamas tan ordinarias como: felón, traidor, ilegítimo, mentiroso compulsivo, ridículo, desleal, irresponsable, ególatra, catástrofe, chovinista del poder, escarnio para España, rehén, incompetente, mediocre, okupa, entre otras delicadezas. Como es lógico, la vida continua y es saludable tomar nota.

Pablo Casado parece que ha aprendido la lección, aunque algunas decisiones que anuncia no son fáciles de entender y contrastan con el «no somos adversarios». Según el Partido Popular, Ciudadanos se ha convertido en partido de trásfugas, y Vox, con el que pactaron en Andalucía, es una formación política de extrema derecha. Lo cierto es que mientras el Partido Popular se descompone, Ciudadanos renuncia a un proyecto de regeneración (si es que lo tuvo). Vox ha alimentado sus listas con excargos del PP y ahonda la terrible batalla de la derecha española.

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Para resumir, como en los mejores programas marxistas (de los Hermanos Marx) Casado nos informa: «Estos son mis principios. Si no les gusta tengo otros». Y a continuación nos anuncia, como ya lo hiciera el señor Aznar: un paso al centro.

A todo esto, la jornada electoral trascurrió en toda España como un día festivo en un país civilizado y lleno de vitalidad, normalidad democrática y deseos de fraternidad, con independencia de cuál haya sido la orientación de su voto. Varias generaciones de españoles disfrutamos de una participación sin incidentes, pacifica, como corresponde a un formidable país, frente a algunos nostálgicos del 'antiguo régimen'. Se notaba en el ambiente la satisfacción de vivir una España llena de posibilidades, sobre todo para aquellos que más lo necesitan.

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