Para encontrar un precedente similar tenemos que evocar una centuria atrás y recordar la mortífera situación que produjo el virus influenza en 1918. Anteayer vimos lo que pasaba en China y nos parecía muy lejano, ayer Italia y no podíamos creer que hoy llegaría aquí y viviríamos así el drama. No ha habido ningún gobierno que haya afrontado esta plaga con absolutamente todas las medidas adecuadas, pudiendo evitar con ello enfermedad y muertes. Quizá ni siquiera eso era posible. Todos los mitos de nuestras sociedades están cayendo. No hace falta recordar la frivolidad de algunos líderes mundiales comparando este mal con un simple catarro banal. Nuestro Sistema Sanitario, reconocido como uno de los mejores del mundo, ha sido y continuará por un tiempo siendo sometido a una tensión nunca vista antes. Afortunadamente el primer objetivo que había que alcanzar, hacer bajar la curva, se ha conseguido, al menos con cierto grado de certidumbre, se puede afirmar. No estamos seguros de un rebrote de la enfermedad, pero el descenso del crecimiento exponencial de casos y fallecidos se ha conseguido. Entre los profesionales sanitarios se empieza a vislumbrar una mirada optimista. Aun con tratamientos experimentales se esta consiguiendo revertir a algunos enfermos críticos, independientemente de su edad. Se nos dice «mantenéos en casa, retrasad vuestro contagio, pues en otoño , sin duda, va a haber más armas terapéuticas para vencer esta enfermedad».
Quiero resaltar que ante esta crisis ha sido ejemplar el comportamiento de la sociedad. Los que han intentado afrontar las posibles soluciones, lo han hecho con absoluta firmeza, aun siendo conscientes de que la incertidumbre es muy grande y que las medidas que se han ido tomando no tenían plena seguridad de eficacia. Había que innovar y crear respuestas, y siempre de forma rápida. Desde la abuela costurera que comienza a elaborar mascarillas, el médico internista que revisa la literatura científica y pone en marcha un tratamiento con alguna evidencia en su planta, pasando por la médico de familia que, conociendo los casos previos de letalidad en su gremio, se va a atender a los ancianos de una Residencia aún sin disponer de todos los medios de protección suficientes, hasta el cajero de un Supermercado, la policía local que lleva mascarillas a los viajeros del transporte público, el dirigente político o sindical que en los primeros días, también sin la debida protección , mantuvo reuniones a diestro y siniestro. ¿Quién nos iba a decir a los ciudadanos que pasaríamos más de seis semanas confinados en nuestros domicilios… al anciano paseante, al niño que iba a jugar cada tarde al parque con otros niños, al hostelero que abría su negocio cada día, al músico que preparaba su actuación? Se nos ha detenido la vida.
Y mientras el comportamiento de los ciudadanos, profesionales sanitarios, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado es ejemplar, deberíamos reflexionar sobre algunos comportamientos, sobre todo políticos, que se han originado en esta crisis. Hemos visto actitudes que nos han retrotraído a la propaganda de los años 30. Se ha culpado al gobierno de las muertes de los ancianos en las Residencias, ocultando que la responsabilidad sobre el control de su gestión correspondía a otras Instituciones. Con mucha demagogia y una acusada falta de escrúpulos se ha mentido, se han tergiversado frases, se han montado fotografías trucadas, se han lanzado soflamas para acabar con un gobierno legal salido de nuestra relación de fuerzas parlamentarias.
Si algo hay claro e irrefutable en estos momentos es que esta crisis la están afrontando Gobiernos de distintos colores, todos batallando frente a un enemigo común. Las administraciones autonómicas y estatal no coinciden en muchos casos, y los Hospitales y las Residencias de la tercera edad son gestionadas por distintos gobiernos. No olvidemos tampoco que la situación de partida en febrero, con los primeros casos asintomáticos, se produjo frente a un sistema social y sanitario deficitario tras la crisis económica y los recortes de 2012. Menos médicos y sanitarios en general, menos cuidadores en las Residencias, todo con el añadido de una Politica de Salud Pública reducida a la mínima expresión, ya que no hubo un desarrollo legislativo del decreto con que el Gobierno de Zapatero quiso impulsar dicha Salud Pública, la salud de todos. Nadie esperaba y contaba con esta crisis.
Como Secretario Provincial del Partido Socialista y Senador, pido a mis compañeros, sabiendo que en la mayoría de los casos lo están haciendo, colaborar en estos momentos con el Gobierno Autonómico y Nacional. Desde el primer momento y particularmente siendo Médico de Familia, me dispuse a dar charlas por la provincia con información de medidas de prevención de la Infección viral que se nos echaba encima, disposición frustrada por la necesidad de mantener distancia social, y pasé a elaborar y enviar información al respecto por medios audiovisuales, mediante redes sociales. Mi correo electrónico ha sido ofrecido para poder ser consultado como médico desde los domicilios, dado que acudir personalmente al Centro de salud iba a ser complicado. Como dirigente de mi partido no he tenido un día de pausa. Coordinando respuestas a los Alcaldes y Concejales, intentando calmar la ansiedad consecuencia del desconocimiento y alertando de las medidas sanitarias a tomar.
Después de esta crisis sanitaria, se nos avecina otra con gravísimas consecuencias económicas. Nuestro Gobierno no ceja en impulsar medidas para paliar las consecuencias de la generalización del desempleo, el cierre de comercios, establecimientos hosteleros y de todo tipo, el apagón del turismo, etc. Necesitamos la solidaridad de todos, de los países europeos para seguir confiando en la Unión Europea , de nuestros gobiernos para sacar fondos de ayuda para los más necesitados, aunando esfuerzos, todos necesarios, para reactivar la economía tras la hibernación obligada.
Sobra el oportunismo político, los profetas de lo que habría que haber hecho cuando nada estaba claro, sobran algarabías de quienes no se conforman con aplaudir a los que se esfuerzan. Sobra el descrédito, pero nunca la información, la crítica constructiva y las propuestas . Pensar que la catástrofe es una oportunidad para el cambio de gobierno es absolutamente injusto e ineficaz. Todos los partidos responsables y saludablemente democráticos tienen que trabajar en el consenso, en la superación de esta crisis y la que nos viene , trabajar en la reconstrucción. Es nuestra obligación como dirigentes políticos y así lo juzgarán nuestros ciudadanos y la historia cuando todo esto pase.
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