Pasar página del 'brexit'
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La prioridad de la UE ahora es evitar que las intenciones británicas acaben creando escuela entre los socios de la UniónEl Reino Unido ha salido de la Unión Europea, tras un proceso en el que los recelos primarios contra Bruselas y la promesa de beneficios imaginarios para los británicos si rompían con el resto de los socios comunitarios han dibujado un escenario irracional. Las imágenes ... del Parlamento Europeo, con electos deplorando el adiós y reflejando su impotencia mediante una canción, mostraron emoción pero también un indisimulable patetismo. Resulta tan extraño como elocuente que los gobiernos europeos y las corrientes del Reino Unido favorables a la continuidad reforzada de los lazos establecidos desde hace décadas no hayan sido capaces de contrarrestar el empeño del nacionalismo populista británico por desconectar al país de la UE. Es descorazonador que la demagogia falaz del 'brexit' haya generado un estado de opinión tan alejado de los intereses comunes que comparten los europeos del continente y los del Reino Unido. Hasta el punto de que, a partir del relevo de Theresa May por Boris Johnson, el europeísmo empezó a dar muestras de impaciencia para que el Reino Unido saliera definitivamente de la UE. En apariencia, el 31 de enero decantaría la situación. En realidad, hoy da comienzo otra etapa de incertidumbre sobre los vínculos y compromisos que pudieran establecerse entre Londres y Bruselas para minimizar los perjuicios de la ruptura. Aunque parezca mentira, el marco de esa negociación no está delimitado. Los británicos favorables al 'brexit' y los británicos pesarosos de haber abandonado la Unión pueden a partir de hoy coincidir en un mismo propósito: conseguir que los acuerdos futuros con Bruselas les permita mantener lo mejor de su pertenencia anterior a la UE, deshaciéndose de los posibles inconvenientes de la integración. Pero la prioridad de los socios comunitarios no puede ser ya satisfacer las demandas del Reino Unido liderado por Johnson, sino evitar que las intenciones británicas acaben creando escuela entre los socios de la Unión. La sola idea de obtener el máximo de beneficios de la integración europea, sorteando al mismo tiempo los perjuicios que la pertenencia a la UE pudiesen significar para el gobierno nacional de turno, resulta demoledora para el proyecto comunitario. Porque, ineludiblemente, esa idea tiende a primar las circunstanciales coincidencias económicas y comerciales, y a diluir los compromisos de cohesión social, política y en la acción exterior. La Europa de la Unión necesita orientar el diálogo con el Reino Unido preservando la integración existente y arraigándola de cara al futuro.
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