Pasa el calendario

Dejo que pase el espejo, que cada día me resulta más antipático, y vuelvo a mirar el calendario, el almanaque de este periódico, en el que enero está ilustrado con una fotografía de la plaza Zorrilla, con nieve en la espalda y gorra de la estatua de Delibes y, al fondo, las letras de Valladolid. La imagen es espectacular, evocadora de asuntos de lo más vallisoletano, como le ocurre a febrero con la iglesia de La Antigua; a marzo, con el puente y la barca en el Pisuerga y a abril, con la paradoja de lluvias mil sobre la Fuente del Sol. Para mayo es la dársena del Canal de Castilla y para junio, la Plaza Mayor de Medina del Campo; en julio los cisnes surcan el agua en el Campo Grande y en agosto es tiempo para el centro cultural Miguel Delibes. En septiembre, modernismo arquitectónico en la calle Duque de la Victoria, y en octubre, los soportales de la Rúa Mayor de Medina de Rioseco. Noviembre es muy nuestro: el Pisuerga con niebla, y para diciembre, la Plaza Mayor.

Con esta inmersión vallisoletana, ya se me ha pasado lo de la pasa. Que uno afronta mejor que los años pasan cuando se encuentra algo bello. Y el calendario lo es y el año si no viene pasado, lo será.