En una delirante serie que vi hace años, el personaje central, sumido en una ruina de la que no consigue salir, en parte por su generosidad, decide poner una tienda de objetos cuya característica indispensable es que sean inútiles pero se vendan envueltos primorosamente. El ... éxito de la venta de productos que no sirven absolutamente para nada desborda a sus propietarios, que poseen un largo historial de esfuerzo y trabajo. El guion estaba escrito con esa mezcla de humor e ironía que otorga la desesperación y resultaba adictivo por el despropósito futurista que encerraba. Mientras las fuerzas vivas homenajeaban el temple y buen estilo del ministro saliente de Sanidad, recordaba la serie comprendiendo que hemos llegado a ese punto en que el embalaje es lo esencial, mientras que el contenido ha pasado a segundo plano.
Publicidad
El talante Illa, una marca que se ha sacado La Moncloa de su chistera, pero que ha venido para quedarse, consiste en el difícil arte de no perder las formas, de exhibir una templanza de párroco, de no interrumpir, de seguir el guion sin saltarse una línea; es decir, de estar envuelto con un papel precioso y rematado con lazo, y de hacerlo en un panorama de tensión política y polarización de ilimitadas proporciones. Lo menos importante es que a su alrededor crezcan las críticas o los exabruptos por su dudosa capacidad para gestionar un ministerio, por no comparecer ante el Congreso o por su desmoralizadora transparencia de sus intereses. Ese talante de defensa de equipo de fútbol le permite permanecer en cualquier línea donde su presencia sea necesaria para la empresa sin que sus gestos le delaten, o pierda peso por las tensiones y tragedias que le han rodeado. Incorrupto como el brazo de santa Teresa, vuelve a casa con la difícil tarea de impedir que la estrella del equipo rival llegue a línea de meta.
Pelillos a la mar, la política de los partidos es hacer sobresalir a aquellos que muestran talante, y temple para agotar a adversarios y mostrar una resistencia numantina a la retórica inútil de la oposición. ¿He dicho oposición? Illa pertenece a una estirpe política cuyo mérito es permanecer sin que nadie sepa a ciencia cierta quién es o para qué está. Es un árbol que da sombra, un defensa que impedirá que un Messi con camiseta de Waterloo se acerque a la portería, y lo hará sin cometer faltas. No es extraño que el presidente Sánchez lo admire y lo considere. Afortunadamente, Sabina me acompaña mientras escribo: «Este bálsamo no cura cicatrices,/ esta rumbita no sabe enamorar,/ este rosario de cuentas infelices/ calla mas de lo que dice,/ pero dice la verdad».
Noticia Relacionada
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.