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En 1983, Juan Pablo II, que a punto estuvo de eliminar Nicaragua de su viaje a Centroamérica, tuvo que aguantar una soflama revolucionaria de Daniel Ortega. En el mismo aeropuerto, Ernesto Cardenal arrodillado cogió la mano del Papa para besarla y ahí se produjo ... una de las más potentes escenas de la auctoritas del Santo Pontífice (con cosas más graves no se metió). El sacerdote pidió la bendición y Juan Pablo II desenfundando el índice le dijo: «Antes tiene que reconciliarse con la Iglesia». No sé qué fue lo que Francisco dijo de malos modos a la china del otro día. Quizá una de las tonterías de Twitter: «Señora, suélteme el brazo» (otra de las frases estrella es «que si quiere bolsa»). Circula una foto del papa Francisco con globos de colores en la cabeza que a veces pienso que es falsa. ¿Cómo se va a poner eso el Papa en el mismo sitio de la mitra? La del manotazo es, de momento, la escena más potente de la auctoritas de Francisco.
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