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«La sintomatologia es nítida: altas dosis de individualismo y un comportamiento compulsivo»Las situaciones límite dejan al descubierto la esencia del ser humano. Una manifestación pura de la bondad o la maldad sin filtros. Solo existen dos ... caminos, dos opciones. Aquí no hay ambajes posibles. El bien o el mal. Asistimos a una de las epidemias más inquietantes y desconocidas de las últimas décadas. La bautizada como crisis del coronavirus se ha convertido casi sin querer en una prueba de calidad humana. Todos estamos un poco infectados del panicovirus. La sintomatologia es nítida: altas dosis de individualismo y un comportamiento compulsivo. El periodo de incubación es de poco más de una semana y el tratamiento no es otro que la empatía.
Vaya por delante mi disculpa si se siente identificado, pero mi gran decepción se produjo el día en el que se agotaron las existencias de mascarillas. Está probado que su uso no impide el contagio, pero aún así, en muchos hogares ya ocupan un lugar preferente en la estantería. El miedo al contagio es respetable, tomar precauciones es una cuestión de responsabilidad cívica, pero no nos llevemos a engaño, las mascarillas tenían que seguir en las farmacias, esperando que un paciente hepático u oncologico la requiriese. Para ellos si es imprescindible tener una mascarilla cerca. Mi segunda gran decepción llegaba con la visita esta misma semana al supermercado. ¡Qué afán por llenar carros y cestas! Las compras eran más propias de un campamento juvenil de verano con aforo ilimitado que de una familia con la precaucion de tener la despensa debidamente nutrida si, llegado el caso, tuviésemos la obligación de aislarnos.
El ser humano es contradictorio por naturaleza. Si las administraciones apelan con una sola voz a la calma, optamos por la histeria. Si los expertos aconsejan no viajar, aprovechamos que han caído los precios de los vuelos a Italia, uno de los focos de contagio del coronavirus, para sacar unos billetes y desafiar a nuestro sistema inmunologico. Las grandes cadenas de distribución han asegurado que no habrá desabastecimiento, pero por si acaso voy a abstacerme para mes y medio con productos que probablemente luego acaben en el contenedor.
Así somos, poco sensatos en situaciones de crisis. Pero para sensatez la de nuestros dirigentes. Las fronteras debían haberse cerrado hace semanas. El transporte público interrumpido y las aglomeraciones prohibidas por las fuerzas de seguridad. Las contenciones deberían haber sido más exigentes, China e Italia nos marcan la pauta. La población china ya demostró que parar a tiempo no hunde la capacidad económica de un gigante, solo la detiene temporalmente y luego vuelve a florecer, porque parar a tiempo suele ser la mejor de las opciones. Como la vida misma.
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