![Palos y zanahorias](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202101/16/media/cortadas/vacuna-kLdG-U1302302794924VH-1248x770@El%20Norte.jpg)
Palos y zanahorias
El Avisador ·
«La estrategia de comunicación incluye que, sin que se sepa cuándo acabó la segunda, se distribuya ya entre la población el miedo a la tercera ola»Secciones
Servicios
Destacamos
El Avisador ·
«La estrategia de comunicación incluye que, sin que se sepa cuándo acabó la segunda, se distribuya ya entre la población el miedo a la tercera ola»En León ya saben que entre vacuna y vacuna es posible contraer la covid. Por eso quizás también ciertos alcaldes levantinos, viendo que sobraban dosis, se han decidido a saltarse el protocolo y vacunarse ellos mismos. Dando ejemplo. La propaganda del régimen hace milagros. Ningún ... hogar sin lumbre. Ni sin segunda dosis de vacuna.
Después de darnos el palo de contar los muertos, los propagandistas animan ahora a los que viven aterrorizados a pensar que en diez años la covid se quedará en lo que dijo Bolsonaro: una «gripinha». Una gripecilla que se llevará cada año al personal en cuotas asumibles por el sistema sanitario.
Lo malo es que dentro de diez años, cuando estemos todos calvos, a saber qué nuevos productos ofrece la guerra bacteriológica. Sobre todo si nos seguimos negando a negociar con la madre Naturaleza.
Terror y esperanza. Palos y zanahorias. Así, como antaño con los burros, hoy con los ciudadanos. Estrategias de comunicación del poder, al que ya no le resulta suficiente ningún canal de televisión. Son tan graciosos que a las calamidades les ponen nombres de persona. Filomena a mi pesar, por ejemplo. Hay que ser infantil. O tratante de caballerías. Si yo me llamara Filomena, no me haría ninguna gracia que le pusieran mi nombre a un temporal. Claro que igual tampoco compartiría al cien por cien la inspiración de mis padres frente a la pila bautismal.
Palos, zanahorias… y medidas aleatorias. Los alemanes confiesan que no saben por qué a mayor cautiverio mayor número de contagios. Pero aquí sí: basta con cerrar bares y restaurantes. Quizás el único lugar seguro para relacionarse sin necesidad de los besuqueos del interior de las casas.
No estamos cerrados, estamos prohibidos, que dice cierto reputado restaurador de nuestra región. Y ahora, a por el toque de queda a las ocho y a por las terrazas, que al menos ofrecían la posibilidad de elegir entre morir de pulmonía o de neumonía.
La estrategia de comunicación incluye que, sin que se sepa cuándo acabó la segunda, se distribuya ya entre la población el miedo a la tercera ola. También que, en la cosa del fomento del empleo, en la Moncloa contraten una maquilladora para los ministros. No les ha debido gustar la sotobarba del titular de Justicia cuando instaba a no retrasar las elecciones catalanas, alegando que un trámite de tal calibre «no está contemplado en la Ley Electoral General». Como si hubiera norma fundamental susceptible de no ser suspendida por el estado de alarma.
Otra cosa es lo que los esteticistas puedan hacer con el moño del vicepresidente. O con el torpe aliño existencial de Simón, al que le parece que en Navidad nos hemos divertido de más. Y que habrá que devolver sonrisas.
Una sugerencia, la del maquillaje, que igual no le venía mal a nuestro doctor No, al que tampoco le hacen gracia las gracias, y que anuncia sesenta muertos al día en Castilla y León a causa de los excesos.
Al menos algún elemento de atrezzo, acaso una mascarilla con los colores regionales que nos permitiera dejar de pensar por un instante en otra cosa que no sean los versos de Garcilaso: «¿Qué culpa tengo yo del desvarío / de mi lengua, si estoy en tanto mal / que el sufrimiento ya me desconoce?». No parece probable.
Noticia Relacionada
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.