De palabras y guerras
El avisador ·
«Ocurrió lo que estaba escrito que ocurriría. Y ahora toca escribir lo que habrá de ocurrir a partir de mañana. Con la libertad que Feijóo le ha dejado a Mañueco para decidir su propia Agenda 2026»El avisador ·
«Ocurrió lo que estaba escrito que ocurriría. Y ahora toca escribir lo que habrá de ocurrir a partir de mañana. Con la libertad que Feijóo le ha dejado a Mañueco para decidir su propia Agenda 2026»La derechita cobarde se terminó de acobardar y firmó con la derechona rampante. Ante el abandono, eso sí, de todo auxilio democrático por parte de la izquierdita cínica. Palabras falsas de toda falsedad. Teatrillo de feria. Y un paso más hacia la España centrífuga. Con ... Castilla y León convertida en banco de pruebas, a Núñez Feijóo se le pudrieron las palabras nada más aceptar la corona, justo al tiempo que Mariano Rajoy firmaba en Valladolid ejemplares de su libro 'Política para adultos'. Escrito estaba.
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Escrito estaba en las urnas, pero ahora veremos cómo termina de escribirse en el papel. No sólo en el papel timbrado de los cargos de gobierno. Sino también en de las leyes emanadas de las Cortes de Castilla y León, desde el jueves presididas por Carlos Pollán. Una guerra de lenguaje que ya ha tenido protagonismo absoluto en los papeles previos al acuerdo. De momento, no a reducir consejerías, para que el reparto sea más proporcional. Tampoco a luchar, desde el interior de una comunidad autónoma, por la abolición de la España de las autonomías, como había anunciado Vox en su campaña. Pero sí a reducir en los textos fundamentales palabras como género o como mujer. O como sindicatos. O incluso a eliminar conceptos como Agenda 2030.
Lo malo de las guerras de palabras es cuando los guerreros pasan de las musas al teatro de operaciones. Que así le pasó a Putin: empezó firmando calendarios en los que posaba junto a rubias objeto y ha terminado tiroteando caravanas de mujeres y niños. Y bombardeando maternidades. La izquierdona aplastante, en plena representación de un planeta centrifugado, asimismo capi disminuido, y empeñado en una Agenda 2030 que cada día se parece menos a aquellos objetivos que Naciones Unidas propuso en 2015. ¿Para qué, le explican los chicos de Vox a los del PP, empeñarse en respetar al mundo, si el mundo se empeña en destruirse él solito?
No son estas materias poco interesantes para empezar a legislar y a gobernar en Castilla y León. La mejor (la única) manera que tenemos los ciudadanos de los viejos reinos de actuar localmente, después de intentar pensar globalmente. De asomarnos a la ventana del mundo desde la casa de nuestro pueblo, como decía Miguel Torga. Materias que, por desgracia, antes que de las cosas del comer, del encontrar trabajo, del ganar o del perder población o, sobre todo, del ahorrar energía, que es lo que toca, nos van a tener pendientes del ver hasta dónde se estiran o se dejan de estirar principios democráticos, igualitarios, sostenibles, solidarios, que creíamos afianzados.
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Ocurrió lo que estaba escrito que ocurriría. Y ahora toca escribir lo que habrá de ocurrir a partir de mañana. Con la libertad que Feijóo le ha dejado a Mañueco para decidir su propia Agenda 2026. Con la firmeza que Santiago Abascal ha impuesto al próximo vicepresidente de la Junta de Castilla y León. Todo ello desde aquí, con la vista puesta en nuestras instituciones. Y desde el resto del país, con el olfato encendido para averiguar hasta qué punto las tendencias locales han de terminar siendo nacionales. Lo de las barbas del vecino de toda la vida. Y la curiosidad, en todo caso, de saber en qué punto el tocar pelo de Vox se va a convertir (o no) en el principio de su derrumbamiento, en la estela de las bisagras de Podemos o Ciudadanos. Unos en retirada con sus ganancias. Los otros, ni eso.
Le oímos decir a Lord Acton, y lo hemos repetido como si fuera un mantra, que el poder tiende a corromper y que el poder absoluto corrompe absolutamente. Habría que ver hasta qué punto nos llega a corromper también el poder relativo. Si ya lo hemos visto en el Gobierno nacional, ahora tendremos la ocasión de experimentarlo en casa. La invasión ha comenzado.
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