Confieso que cada vez que escucho a un dirigente político decir que van a revisar la fiscalidad del país para que los ricos paguen más, echo mano a la cartera para saber si sigue en el mismo sitio de siempre. Y no, no precisamente porque ... me considere tal (que ni de lejos) sino porque todos sabemos cómo acaba esto. La mayoría de la gente ha aceptado los principios de un impuesto a la renta progresivo, en el que las personas con altos ingresos contribuyan más, pero la práctica nos demuestra que los paganinis de las sucesivas reformas fiscales terminan siendo los ciudadanos de una gran clase media, cada vez más media-baja.

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Quizá todo forme parte de la estrategia de un Pablo Iglesias que necesita demostrar a los suyos que es más izquierda que la izquierda, que siguen siendo distintos a la casta del PSOE, pero si esto representa la piedra filosofal de la reconstrucción postcovid-19 acabaremos siendo la España con ricos que se van a vivir a Portugal (con una fiscalidad mucho más beneficiosa), clases medias empobrecidas y una cada vez más abultada población subvencionada.

El caldo de cultivo perfecto para que esos tres años que dicen los estudios que se tardará en recuperar la economía española se conviertan en indefinidos. Lo que la covid-19 ha demostrado es que, si queremos sobrevivir al mundo actual, todos debemos pensar de manera emprendedora, incluso como adultos. Reinventarse para avanzar. Un territorio en el que sobran las barreras y zancadillas y faltan liderazgos que inviten a pensar en nuestros políticos como unos aliados y no como parte fundamental del problema.

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