Otegi, ese aliado
Fuera de campo ·
«Y es que a la infamia le beneficia el silencio y le causa un daño irreparable la exposición pública»Secciones
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«Y es que a la infamia le beneficia el silencio y le causa un daño irreparable la exposición pública»Quizás se nos fue la mano con la violencia. He ahí la principal autocrítica que concedió Arnaldo Otegi en su entrevista a TVE, esa que, según indignación general, pretendía 'normalizar' su condición de aliado de Sánchez. Si ese era el propósito, se saldó con ... fracaso, porque las palabras literales del portavoz de Bildu son difíciles de 'blanquear'. Lean, y mediten con calma: «Lo siento de corazón si hemos generado más dolor a las víctimas del necesario, o del que teníamos derecho a hacer». Paladeen bien las dos partes esenciales de la frase: «Más dolor del necesario», «más dolor del que teníamos derecho a hacer». Mastiquen bien las palabras y déjenlas reposar en boca, para apreciar su sabor, su color, su textura, y, sobre todo, su acidez. Y ahora piensen si esa frase ayuda o perjudica a quien reciba su voto o abstención.
No cabe pensar que tan retorcida proclama fuera improvisada. Más bien, al contrario. De hecho, esboza una teoría del 'derecho a la violencia' que supone un innegable avance conceptual con respecto a la ya sobada idea de que lo de ETA no era terrorismo, sino una guerra con dos bandos equivalentes, en la que, por consiguiente, hay que lamentar todas las víctimas. N Así, acosar, insultar, empujar, bloquear, obstaculizar… está bien, entra dentro del marco de la 'violencia justa', pero quizás abrirle la cabeza a alguien con un adoquín sea pasarse y aplicar «más violencia de la que tienes derecho a hacer». ¿Ven ustedes la enorme sutileza de la cuestión?
Por lo dicho, no es fácil entender la escandalera montada por la derecha política y sus aliados mediáticos con la entrevista de TVE. Han insistido tanto en el supuesto 'blanqueamiento' que un espectador despistado podría pensar que Otegi aprovechó la ocasión para ir de bueno, arrepentirse y pedir perdón sin las excusas habituales, lo que no hizo en absoluto. Al contrario, la ocasión sirvió para evidenciar una realidad incómoda poco conocida fuera del País Vasco: que esa paz que disfrutamos coexiste con homenajes públicos a etarras y que el discurso de los presuntamente derrotados, de ETA, campa a sus anchas en las instituciones y en la sociedad vascas. Incluso con expresiones tan deleznables como la que nos regaló Arnaldo Otegi.
Pero de esto no tiene culpa la entrevista. Si acaso, ayuda a verlo. Y es que a la infamia le beneficia el silencio y le causa un daño irreparable la exposición pública. La pena es que, gracias al boicot, la entrevista tuvo poca audiencia y el efecto que pudo haber provocado se diluyó. A cambio, muchos se sintieron tan a gusto dándose golpes en el pecho y rasgándose las vestiduras. Era la ocasión de atacar a la izquierda con sus mismas armas (ese gusto por el escándalo) y no quisieron privarse. Pero el problema no es TVE, sino las palabras de Otegi que, quizás, con tanto revuelo, logren pasar más desapercibidas de lo que merecen.
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