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Leo dos libros. El uno, de Carlo Rovelli, se titula 'El orden del tiempo'. El título procede de Anaximandro, de lo único que de él se conserva: «Las cosas se transforman una en otra según necesidad y se hacen mutuamente justicia según el orden del ... tiempo» (Anaximandro, siglo VI a.C.). Rovelli es un físico teórico, creador de la gravedad cuántica de bucles, que lleva muchos años reflexionando acerca del tiempo. El orden del tiempo es fascinante, aunque se me escapan muchas cosas porque ando escaso de preparación e inteligencia. Habla del pasado, del futuro, de la imposibilidad del presente. No hay tiempo, dice Rovelli: hay cambio, movimiento, suceso. Las diferencias entre pasado y futuro solo están en la estructura de nuestro pensamiento.
El otro ensayo que leo se publicó dentro de muchos años y he olvidado su título. Analiza las causas de aquella guerra venidera, la cadena de acontecimientos que la motivó. Simplifiquemos: Putin invadió Ucrania, hubo una gran crisis energética y económica, los líderes occidentales se reunieron en Madrid y acordaron armarse hasta los dientes, ir a la guerra, China vio una oportunidad de debilitar a Estados Unidos…
Europa y EEUU, aclara ese autor, tenían 20 veces más de presupuesto militar que Rusia, pero, aun así, compraron y compraron y compraron más armas a los fabricantes americanos, a las compañías armamentísticas. Rusia también compró a China. Hubo una escalada bélica. ¿Qué fue de mí, de mis hijos, qué fue de ustedes en esa guerra? Todavía no he llegado a esa parte del estudio histórico, no sé qué hizo de nosotros el orden del tiempo.
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