La reunión de los Gobiernos español y marroquí de esta próxima semana será histórica si ambos deciden abordar todos los problemas bilaterales sin prejuicios y con ánimo de llegar a acuerdos. Pero no nos equivoquemos, también puede ser un fiasco, si se pide más de ... lo posible, persisten los prejuicios y dejamos pasar el tren. Todo es posible.
El complejo entramado de las relaciones se asienta sobre lo que ha cambiado desde la anterior Reunión de Alto Nivel (RAN) de junio de 2015: el 'brexit'; el regreso marroquí a la Unión Africana y el papel creciente que juega en el continente; el azote para ambos de la pandemia de la covid-19; el reconocimiento internacional del Sáhara, marroquí para Rabat o pendiente de solución para la ONU; la entrada de Israel en la ecuación regional; la presencia de los rusos de Wagner en Malí; la ruptura entre Argelia y Marruecos o el congelamiento entre Argelia y España. Hay nueva situación mundial y regional.
Pero, ¿cuál es el fondo y la forma de la cumbre? Rabat exige «lealtad y respeto», marcando así su susceptibilidad; nada de Ghali-2. Madrid pide reciprocidad a su socio estratégico; nada de asaltos masivos a las vallas fronterizas. El encuentro puede abordar todos los temas sin tabúes. Unos se resolverán, otros quedarán en el tintero. Mohamed VI ha apreciado la valentía de Pedro Sánchez cuando consideró que «la propuesta de autonomía en el Sáhara es la más seria, realista y creíble», lo que abrió el camino a la normalización. El rey alauí sabe que el presidente español ha apostado fuerte en el difícil equilibrio interno, con un Parlamento hostil, una oposición de centro-derecha que le persigue por su gestión individualista de los asuntos de Estado y un Gobierno con un ala claramente antimarroquí.
El 1 de febrero ocurren tres eventos: la RAN; la reunión entre las dos patronales, CGEM marroquí y CEOE española, para discutir proyectos y acuerdos; y la inauguración del Salón Halieutis de productos del mar en Agadir, con todos los países africanos de la fachada atlántica y España como invitado de honor. Oportunidad de oro.
El marco de la RAN es bueno, pero los problemas están ahí. Lo fácil será avanzar en acuerdos empresariales; agrícolas con empresas mixtas y reparto de cuotas de mercado; nuevo programa de inversiones directas españolas; proyectos de infraestructuras ferroviarias y viarias; mayor coordinación portuaria en la zona del Estrecho y en Canarias. Y el proyecto estrella, el túnel del Estrecho, de gran calado geopolítico y estratégico.
Si todo va bien, se podrán diseñar acuerdos de futuro: España adhiere al eje estructurante Marruecos-África y participará en sus proyectos, incluido el gasoducto Nigeria-Marruecos; puede hacerse un acuerdo estratégico para que España sea una puerta de acceso de Marruecos a la Unión Europea, y Marruecos un vector de la proyección de España en África.
Se hablará de los asuntos relacionados con la obtención de la nacionalidad española; del estatus de los ciudadanos del ex Sáhara español (curiosamente la mayoría de los dirigentes del Polisario son españoles de nacionalidad, incluido el polémico Brahim Ghali); formación técnica y superior de marroquíes en España; movilidad social e intercambios turísticos. Se pueden llegar a acuerdos. ¿Por qué no prever la creación de un 'think tank' hispano-marroquí avalado por los dos Gobiernos? ¿Agilizar los comités interparlamentarios? ¿Ultimar el proyecto de Universidad de los dos Reyes en Tetuán? El Gobierno español sabe que el rey Mohamed VI quiere dejar un país sólido y estable al príncipe heredero Mulay Hassan, y que apreciaría gestos amistosos por parte de España.
Sin embargo, hay asuntos en la agenda entre Rabat y Madrid que no podrán negociarse en lo inmediato, aunque se hablen de ellos en la reunión del presidente del Gobierno con el rey Mohamed VI, o en las reuniones entre los ministros de Asuntos Exteriores Nacer Burita y José Manuel Albares y sus delegaciones. Hablar de derechos y libertades puede ser fácil. Marruecos aprecia que Pedro Sánchez no se haya sumado a la condena del Parlamento europeo sobre las restricciones a la libertad de prensa en Marruecos, tema en el que no admite injerencias. Pero el problema existe, y el Gobierno español no debe dejar solos a los que dentro mismo del Legislativo marroquí y en la sociedad civil consideran que aún se vulneran los derechos democráticos.
Hay otras cuestiones insolubles por el momento. No puede llegarse a un acuerdo sobre las aguas territoriales que se solapan, en el mar de Alborán y en el entorno de las Canarias; no es posible porque no se reconocen las respectivas soberanías territoriales. Rabat no reconoce las aguas de Ceuta, Melilla, islas y peñones; y España no puede dar por hecha la soberanía marroquí sobre el Sáhara occidental mientras el asunto no esté solventado por Naciones Unidas. Pueden, eso sí, llegar a acuerdos de explotación económica conjunta y de control compartido del espacio aéreo sahariano, pero nada más.
Marruecos fuerza un compromiso concreto de España en el Sáhara. ¿Apertura de oficinas de interés? ¿Relanzar la enseñanza de español? ¿Apoyo a las empresas españolas que quieren instalarse allí? ¿Inversiones directas?
Tampoco la inmigración subsahariana que llega por Marruecos, que ha disminuido, acabará definitivamente. Rabat no exige visado a muchos países africanos, con lo que sólo se pueden frenar las avalanchas con planes de desarrollo en los países de origen, controles selectivos de viajeros y un despliegue policial sin precedentes. Marruecos no tiene los medios, Europa no los proporciona en cantidad suficiente y España no aporta planes alternativos.
El asunto, crucial para Marruecos y que sin duda alguna lo planteará, es el estatus de Ceuta y Melilla. Marruecos no puede renunciar a su 'vuelta al Reino', en base a fórmulas bilaterales de cosoberanía a discutir; pero España no quiere hablar de ello. No habrá pues «acuerdos fronterizos», ni «aduanas», ni «trazado de lindes» porque conllevaría reconocimiento; solo son posibles acuerdos amistosos.
Marruecos tiene muchas esperanzas, y a España le convendría lograr una planificación de actividades conjuntas en defensa y seguridad: patrullas mixtas terrestres y marítimas en zonas limítrofes; ejercicios navales y terrestres; aumento de la coordinación en la lucha antiterrorista con intercambio de equipos especializados; comités conjuntos y acciones de inteligencia compartidas; formación en academias militares y policiales; coordinación en proyectos espaciales y de I+D+i; incluso que España entre como observadora en el Foro del Neguev. Temas sensibles, pero factibles. En el momento en que se está construyendo un eje geoestratégico París-Argel, que Marruecos ve dañino para sus intereses, y otro energético Italia-Argelia, un eje similar Madrid-Rabat con prolongación a Londres y Berlín es posible. Tenemos historia compartida, intereses comunes y los mismos padrinos. Nuestros vecinos están orgullosos: la mayoría del equipo marroquí que ha hecho historia en el Mundial de fútbol de Catar, está en España. Buena señal.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.