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En este 2020 se cumplen 79 años de 'La Codorniz'. Evidentemente, no hablo de la codorniz silvestre ('Coturnix coturnix'); naturalmente, me refiero a la revista de humor, y todo esto viene a cuento por la llegada a mis manos de un libro de ediciones Cátedra/ ... Filmoteca Española con el título: 'La Codorniz. De la revista a la pantalla (y viceversa)', y uno no puede por menos que escribir unas líneas sobre dicha gallinácea, convertida por empeño de Miguel Mihura en la revista señera del humorismo español. Decir a estas alturas que todo el mundo conoce o ha oído hablar de esta cáustica publicación semanal puede ser muy atrevido, pero no infundado. Pues ella llevó «a la conversión de millones […] de españoles en civilizados europeos», como decía con ironía uno de sus colaboradores, Antonio Mingote.
Como subtítulo al libro encontramos la trasformación gráfica del humor en gags de celuloide. No quiero vilipendiar el oficio de cineasta o el de guionista, como decía quien fue nuestro vecino, Luis Maté, «que escriben lo que no inventan». No, de ninguna manera pretendo tal cosa, siempre que nos levantemos de la butaca con deleite, después de haber visto un agradable largometraje. Y copiando a un miembro destacado de la llamada 'la otra generación del 27', que llegó y triunfo en Hollywood, me refiero a Edgar Neville, el cine que realizaba tenía que ser, «una forma natural de expresión española». ¿De la revista a la pantalla consiguió lo que el IV Conde de Berlanga de Duero postulaba? Veremos.
Pero nuestro viaje es con 'La Codorniz', «la revista más audaz para el lector más inteligente», y a ello vamos con una visión cinéfila. Junto al mencionado aristócrata, a la meca del cine llegaron y de alguna manera triunfaron o al menos aprendieron, como buenos alumnos, lo que era hacer cine. Todos ellos comediantes, gente de teatro, del diálogo, sacaron provecho del incipiente cine sonoro. Me refiero a Tono, José López Rubio, Jardiel Poncela, quien triunfó en la Fox con 'Angelina o el honor de brigadier'; Eduardo Ugarte y otros muchos y muchas que, aunque no arribaron a la costa oeste de Estados Unidos, son por méritos propios creadoras del espíritu codornicesco; hablo de Conchita Montes: quién no recuerda su 'Damero maldito', y a la 'Baronesa Alberta' (Mercedes Ballesteros). Mihura no pudo viajar por enfermedad y es posible que la dramaturgia en castellano se lo agradezca, pues en ese intervalo de recuperación nos brindó 'Tres sombreros de copa', obra cumbre en el inicio del absurdo. «Aprender lo racional a través de lo irracional», afirma Ionescu de su teatro.
Como hemos anunciado, todo este tropel de comediantes viene de la literatura dramática, y la industria cinematográfica empezaba a despuntar tras la Guerra Civil y apoyándose en la revista y más en el teatro, del que sus componentes eran grandes creadores. ¡De la escena a la pantalla!, podíamos titular en un amplio cartel al variopinto plantel de cineastas, guionistas, actores y demás componentes del mundo de la imagen. Porque el papel de la imprenta, del semanario, fue vital a la hora de crear una escuela de humoristas de primerísima fila. Cuando Miguel Mihura se deshizo de la revista y los nuevos dueños trasladaron la impresión a Barcelona –uno de sus propietarios era el conde de Godó–, la nueva dirección siguió en Madrid en manos, hasta su desaparición en 1978, del joven Álvaro de Laiglesia. Los socarrones participes del éxito de 'La Codorniz', unos, por su vivencia hollywoodiense; otros, imbuidos por la modernidad, ya no tan nueva, y sus posibilidades creativas saltaron, o mejor dicho, subieron de la mano de sus predecesores a iluminar con diferentes luces la producción de películas y entretener en la oscuridad de las salas de cine a un público expectante.
¿Quiénes son o quiénes fueron esos creadores de espectáculos, de clientes cinematográficos? Muchos, podíamos decir, y pocos, podemos criticar. Las obras de Edgar Neville, 'El baile'; de Enrique Jardiel Poncela, 'Eloísa está debajo de un almendro'; de Mihura, con 'Maribel y la extraña familia', triunfaban con calidad en la escena y las posibilidades de ampliar su difusión en celuloide no se podían desperdiciar. Pero centrémonos en los nuevos gráficos del humor que hicieron del proyector una nueva manera de divertir al espectador. Me refiero a Chumy Chúmez y 'Corazón de un bandido' o Manuel Summers, entre cuya amplia filmografía encontramos 'Juguetes rotos', Premio San Gregorio en la 11ª Semana Internacional de Cine de Valladolid. Sin olvidar a Francisco Requeiro, quien compaginaba sus trabajos en la revista con los estudios en la Escuela Oficial de Cine y debutaba en 1963 con el filme 'El buen amor'. Como guionista, encontramos a Rafael Azcona, de quien no podemos olvidar 'El repelente niño Vicente'; de su extensa filmografía recogemos el primer título, 'El pisito', de Marco Ferreri.
En pocas palabras, todo lo que quería saber sobre 'La Codorniz' y no se atrevía a cazar lo tiene bien enjaulado en 'La Codorniz. De la revista a la pantalla (y viceversa)'. Libro bien documentado con una rica bibliografía en sus notas y cuidada edición. Páginas para leer, sonreír y consultar a carcajadas. Inolvidable.
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