Machaconamente ánimo, como el bálsamo de Fierabrás capaz de sacarnos del grave problema en el que estamos metidos. Cansado de 'juntos venceremos' o 'unidos saldremos más fuertes', porque sabes que de esta saldremos, lamentablemente, más frágiles. Ganar la partida depende del personal sanitario, que se ... las ve y se las desea para plantarle cara al virus con un equipamiento que está a medio camino entre el que veíamos hace años en la película MASH, la sátira de Robert Altman, y la situación que describía Juan Luis Guerra en su canción El Niágara en bicicleta. Creíamos tener la mejor sanidad del mundo y hemos descubierto sus jirones, aunque también que disponemos de los mejores sanitarios del planeta. Han faltado equipos de protección integral, mascarillas, pantallas protectoras y algunos fármacos depresores del sistema nervioso central utilizados en las sedaciones previas a las intubaciones y en el tratamiento paliativo de enfermos terminales. Sólo la dedicación de los profesionales y el ingenio han conseguido paliar los efectos de la carencia de medios, mientras veíamos a quienes velan por la salud todos protegerse con bolsas de basura y otros apaños caseros.
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Con todo, la crisis sanitaria es la terrible primera parte de una mala película de miedo en la que habrá una secuela tremenda en la que seremos conscientes de hasta qué punto queda arrasada nuestra economía. Aún no nos habíamos recuperado del todo de la crisis de 2008, cuando llega esta ola desvastadora que está dejando ya, por encima de las palabras grandilocuentes y bienintencionadas de los responsables políticos, a mucha gente por el camino. Autónomos que no facturan un solo euro, pequeños y medianos empresarios que tienen que hacer frente a nóminas, alquileres y deudas sin ingresar absolutamente nada, negocios cerrados, cese de actividad. A estas alturas, en este Jueves Santo, anhelas los planes de hace un mes, cuando soñabas con unas merecidas vacaciones en algún lugar convertido ya en una quimera por las fuerza de los hechos, o en hacer en estos días la caja económica necesaria para aguantar una larga temporada. Todo se ha ido al traste en menos tiempo del que nadie podía prever. Nos creíamos invulnerables y esta crisis ha demostrado nuestra fragilidad y lo peligroso que es este mundo capaz de ser paralizado por un patógeno al que se le busca denodadamente una vacuna.
Los anuncios intentan presentar una imagen de las marcas comerciales de buen rollo. Como no hay nada que vender, te hablan de solidaridad, te dicen que están a tu lado para ayudarte y que no van a dejarte solo. Es verdad que te van a permitir pagar las facturas más adelante, que, por una vez, los sentimientos parecen imponerse a la cuenta de resultados, y que todo el mundo intenta hacer lo posible para que el golpe no sea tan duro. Pero lo es. Por eso tú no quieres que te llamen héroe en los anuncios, ni que te den ánimo desde los spots de la televisión. Lo que deseas es reanudar tu vida cuanto antes, abrir tu negocio, volver a recibir una llamada del banco sin miedo a coger el teléfono. Quieres tener un futuro despejado, sin el temor de preguntarte qué va a ser de ti y de los tuyos si esto no acaba pronto. Mucha gente, quizá tú también, vive atenazada por la angustia mientras sólo quiere volver a ser la que era hace poco más de un mes. Solo eso.
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