Mikel Casal

Nueva ley educativa: sobra ideología, ignorancia e inercia

El método de la nueva Ley es sencillo: no pagamos más para elevar el nivel, lo fragilizamos para que los números vergonzosos cuadren. El problema no se resuelve, se disuelve

fernando rey martínez

Domingo, 17 de abril 2022, 00:36

Yo llamo 'educación decente' a la que suma las más altas dosis de calidad y de equidad… ¡al mismo tiempo! La izquierda escolar subraya la equidad, no dejar a ningún alumno atrás (aunque este lema procede de una ley instada por el poco sospechoso de ... izquierdismo presidente G. Bush). La derecha escolar enfatiza la calidad, la exigencia personal del propio alumnado, las evaluaciones, superar niveles. La equidad es imprescindible porque la pobreza se hereda y lo único que lo evita es la educación. Pero si se exagera, la equidad se transforma en populismo escolar, es desplomar la calidad: todo vale, es decir, nada vale. La calidad es imprescindible porque sin ella vamos a tener un país de ignorantes (por cierto, cada vez más arrogantes). Pero si se exagera, la calidad se transforma en elitismo segregador y darwinista: sólo los más listos avanzan. La LOMCE de Wert se movía en este esquema, con esas reválidas absurdas y extemporáneas. La vigente LOMLOE (que no ha derogado algunas cosas de la LOMCE, por cierto) se enmarca en el patrón populista, con ese aroma de aprobado general que exhala con independencia del trabajo individual. Si al profesorado le desarmas fragilizando su posibilidad de exigir al alumnado y, finalmente, le privas de ese botón atómico que es aprobar o suspender, ¿qué argumentos le quedan para intentar enseñar algo a un alumnado cada vez más desmotivado? ¿hacer piruetas pedagógicas brillantes, ser carismáticos? ¿y los que no lo son? Cómo se nota que nuestras leyes educativas las impulsan gentes que no han dado una clase nunca o hace mil años.

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No, no tenemos en España una educación decente del todo. Si las próximas elecciones las gana el PP, ¿alguien duda que lo primero que hará será derogar la LOMLOE y aprobar una nueva ley sin escuchar a nadie? Confío mucho en Feijóo; quizá porque compartimos internado marista en León, aunque no coincidimos porque él era un poco mayor. Pero no creo que pueda resistirse a su entorno al que, en realidad, sólo le importa defender a la concertada (del mismo modo que los de enfrente siguen con ideas muy viejunas y buenistas sobre la defensa de la escuela pública, que no tienen que ver con la evolución social). Como a tantos que luchamos cada día por nuestro sistema educativo, me cansa la pobreza argumental y la soberbia ignorante de nuestros responsables educativos.

Hace años, visité algunos centros educativos de Finlandia. Me impresionó que allí cada ciertos número de años, un comité de expertos independientes (de los de verdad, no meritorios de los partidos) establece el currículo para el siguiente periodo pensando en lo que el alumnado que comenzaba el primer curso de infantil iba a necesitar para su vida profesional y personal futura. Igual que aquí, donde todo el profesorado y el alumnado es rehén de una lucha partidista absolutamente mediocre. Me recuerda lo que la Pardo Bazán dijera de la política: «una batalla campal en una charca… la política empobrece, embrutece y envilece».

Por supuesto que el diagnóstico de la LOMLOE acierta cuando observa que en nuestro país hay tasa demasiado altas de repetición, fracaso y abandono. Pero esto ha de abordarse metiendo más recursos al sistema, reforzando la educación del alumnado más vulnerable, no a coste cero. El método de la nueva Ley es sencillo: no pagamos más para elevar el nivel, lo fragilizamos para que los números vergonzosos cuadren. El problema no se resuelve, se disuelve. Estoy con los que creen que tenemos que transitar hacia un modelo de competencias de verdad; que el alumnado de la ESO debe titular normalmente a la edad correspondiente, pero proporcionando a cada alumno los recursos para que dé su mejor versión (como se hace en Canadá, por ejemplo). Al mismo tiempo, y favorecido por el contexto de la pandemia, se viene triturando el nivel de exigencia del bachillerato (que no es educación obligatoria) y de la EBAU. El resultado es que el alumnado accede a la Universidad con menos preparación. Esto es desastroso para un país. En materia de educación, sobra ideología, sobra ignorancia y sobra tanta inercia. Que alguien haga algo, por favor.

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