La hostelería ha sido tan pertinaz en sus reivindicaciones que ha conseguido que la reapertura de las barras de los bares sirva para hacernos creer que el ansiado regreso a lo cotidiano ha llegado a nuestras vidas. Desde aquí, mi enhorabuena a los responsables ... de un sector que estoy convencido de que las ha pasado canutas, aunque no es el único que ha tenido que apretarse los machos. Pero la falsa sensación de libertad que nos embarga desde que sabemos que está permitido consumir dentro o en las terrazas esparcidas por aceras y calzadas beneficia, sobre todo, a esos políticos que quieren hacernos creer que hemos vuelto a la vida de antes, a la que nos merecemos.
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Sin embargo, es todo tan 'normal' que seguimos esperando a la puerta de la farmacia a que salga un cliente para ocupar su sitio; vamos al cine con mascarilla; hacemos colas de veinte minutos en la acera para entrar en un ambulatorio de la Seguridad Social; llevamos gel hidroalcohólico a mano para abrir el contenedor de basura y otras similitudes. Entre ellas, recuperar el derecho a pasear por calles y plazas ocupadas, desde hace meses, por toldos, sillas, mesas y camareros corriendo de un lado a otro con la bandeja. Actividad, por cierto, libre de tasas e impuestos.
Me alegro por el sector pero, señores políticos, no nos vendan motos utilizando a los hosteleros, que todavía falta un poquitín para que todo vuelva a ser normal…
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