Quienes hace ya más de dos siglos, el 24 de diciembre de 1818, se acercaron en Oberndorf a la iglesia de San Nicolás para celebrar la Nochebuena, sin pretenderlo se encontraron siendo no solo testigos, sino protagonistas, de un hecho religioso y cultural que superaba ... ampliamente el escenario donde todo tenía lugar: la iglesia de San Nicolás, por filtraciones de aguas que afectaban a la seguridad, era demolida a principios del siglo XX, aunque en su lugar se construyó una capilla que sería un recuerdo permanente de lo que allí ocurría el 24 de diciembre de ese 1818; hoy de la iglesia no queda nada más que el lugar donde se ubicaba, sustituida por esa pequeña capilla (Gedächtniskapelle), único testigo de aquel acontecimiento que sigue atrayendo en su humildad, incluso todos los días del año, a visitantes procedentes de todo el mundo para acercarse a un hecho que no ha perdido fuerza ni atracción superados ya dos siglos, como puede apreciarse cuando en todas las épocas del año se llenan los libros de firmas de los visitantes que se reponen continuamente: porque allí se cantó por primera vez en la historia el villancico más universal, superando incluso al 'Adeste fideles', que fue capaz de hacer callar el ruido de las armas entre los combatientes de la I Guerra Mundial, y que por aquí se ha traducido pobremente, es cierto, como 'Noche de paz', por esa dificultad de traducir textos poéticos; a lo mejor habría sido suficiente interpretar esos dos adjetivos alemanes ('stille' y 'heilige') con que se califica a 'Nacht' como 'noche silenciosa' y 'noche santa', como parece que fue en Oberndorf aquella del 24 de diciembre de 1818.
Y es que parece obligado para cualquier visitante de la ciudad de Salzburgo acercarse a Oberndorf, que hoy es un pueblo bellísimo, limpio y tranquilo junto al Salzach, que aquí señala frontera con Alemania (Estado Libre de Baviera, como es su nombre oficial), en la ciudad de Laufen, y que puede visitarse tranquilamente y sin ningún problema, incluso andando, a través del puente internacional construido por el emperador Francisco José. Porque el muy corto trayecto desde Salzburgo hasta Oberndorf, de unos 17 kilómetros, se puede hacer en tren por hermosos paisajes donde parece seguir sonando la música de Mozart desde el inicio. Efectivamente, pocos minutos después de la salida desde la Estación Central de Salzburgo, se pasa junto a la basílica de Maria Plain, construida en 1674 por el príncipe arzobispo de Salzburgo, Cardenal Max Gandolf von Kuenburg, bajo el Papado de Clemente X. Y rodeado de estos paisajes Mozart descansó de su viaje a Francia posiblemente para intentar reponerse de la muerte allí de su madre, ocurrida el 3 de julio de 1778. Y a mediados de enero de 1779 estaba ya Mozart junto a Salzburgo. Y en Maria Plain estrenó su 'Misa de la Coronación' (KV 317) donde se avanzaban ideas musicales que se retomarían en sus 'Bodas de Fígaro'. Y según el estudioso mozartiano, glorioso donde los haya, Bernhard Paumgartner, esta 'Misa de la Coronación' se ha convertido «en la obra religiosa más popular de Mozart», aunque el título no procede de él, sino posiblemente de haber sido interpretada por Salieri, siempre dispuesto a tomar ideas musicales ajenas, en las ceremonias de juramento de los emperadores Leopoldo II y Francisco II. Fue estrenada el 23 de marzo de 1779. Y, con un poco de imaginación, parece que se sigue escuchando todavía hoy por aquí, tan cerca de la basílica de Maria Plain cuando viajamos hacia Oberndorf, tras 'Stille Nacht'.
Aquella noche del 24 de diciembre de 1818, todos los elementos confluyeron. El compositor y maestro de escuela Franz Xaver Gruber puso la música, y el joven sacerdote Joseph Mohr, no solo la letra, sino que ante las dificultades mecánicas y de interpretación que presentaba el órgano de la iglesia de San Nicolás interpretó la obra con su guitarra. Y así está recogido en la edición de 1848 de Franz Neubauer.
Gruber falleció el 7 de junio de 1863 (sus restos descansan en el cementerio de la ciudad-residencia arzobispal de Hallein). Pero tras su presentación el 24 de diciembre de 1818, ha tenido muchas revisiones, desde 1820 (o 1854), por Josep Gassne, y estas revisiones no han acabado en nuestros días (Ver 'Thematisch-systematisches Verzeichnis der musikalischen Werke' (1989).
No estaría mal otra vez hoy que, como en aquellas jornadas terribles de la I Guerra Mundial, se interrumpieran las acciones bélicas, y no solo internacionales, porque todos los contendientes conocen este villancico universal, que podría haber sido nuevamente un canto universal a la paz, al menos en las fiestas navideñas del 24 y 25 de diciembre de cualquier año.
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