¿Esta noche es Nochebuena?
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«La incertidumbre es tan sumamente alta que únicamente la prudencia puede evitar que te hagan daño, o lo hagas tú, inadvertidamente y sin ninguna intención»Faltan unas horas para la cita ritual de cada 24 de diciembre y seguramente aún no sientes el espíritu de la fecha que te inundaba otros años. Esta vez no vas a a poder abrazar a tus padres, ya muy mayores, ni a tus nietos, ... todo ternura, no vas a dar un beso a tus hijos, ni a tus hermanos. Únicamente podrás saludarles con los ojos, en una mirada cargada de afecto como sustituta de abrazos y contactos físicos. El maldito virus no permite que seáis los mismos de siempre los que os sentéis a la mesa para celebrar la Nochebuena, ni que terminéis a las tantas cantando villancicos.
En este malhadado 2020 todo es distinto. Las reuniones familiares están limitadas y eso añade a este día un halo de extrañeza que nunca antes habías sentido. Va a ser raro tomar el turrón esta noche y acordarte de ese familiar tan querido que siempre disfruta ante los dulces y que pasará en soledad las horas en las que más cerca nos sentimos de todo el año. Las renuncias son dolorosas y en esta ocasión especialmente dramáticas. No se trata solo de cumplir las normas por miedo a las represalias en forma de sanciones, a fin de cuentas no vas a tener a una pareja de la Guardia Civil en la puerta de tu casa. No es eso. Se trata de ejercer la responsabilidad, de no arriesgar ahora la vida de tus seres queridos porque no sabes a ciencia cierta si eres una bomba de contagio o no. Por muchas pruebas que te realices la duda siempre estará presente. La PCR o el test de antígenos te puede dar negativo, pero eso no impide que tengas capacidad de contagio si estás incubando la enfermedad. La incertidumbre, por tanto, es tan sumamente alta que únicamente la prudencia puede evitar que te hagan daño, o lo hagas tú, inadvertidamente y sin ninguna intención.
Ha sido un año duro, muy duro. Hemos atravesado un confinamiento largo que nunca hubiéramos podido imaginar. Vivimos un verano a medio gas, con viajes limitados y muchas precauciones; pese a todo sufrimos una segunda ola y ahora nos arriesgamos a una tercera. Hemos dejado de viajar en avión, de acudir habitualmente a los restaurantes, nos han cerrado los bares, algunos están inmersos en un ERTE incierto o en un ERE que alimenta la fragilidad más absoluta en sus vidas. Son las consecuencias de una pandemia que será lo más parecido a una guerra para las varias generaciones que la están sufriendo. Afortunadamente, no hay disparos, ni explosiones, pero sí muerte y secuelas graves en los cuerpos de quienes han sucumbido a la covid-19. En todas las casas se conoce un caso cercano, alguien que ha superado la enfermedad, que ha quedado marcado con efectos que limitan su habitualidad o que, lamentablemente, nos ha terminado dejando. Este es un virus tan aleatorio en sus efectos que nadie puede estar seguro, independientemente de la edad o de las precauciones que tome, porque todas son pocas.
Hay que vivir sin miedo, pero con cautela. Toca ser hoy más responsables que nunca. Justamente, porque al fin se ve la luz al final del túnel con la inminente llegadas de las vacunas. Nos dicen que no podemos bajar la guardia y tienen razón. Sacrificamos muchas cosas por un futuro que vuelva a ser como antes. Por eso este día es hoy raro y especial. Pese a todo, levanta tu copa y celebra la vida. Porque, aunque quizá no te lo parezca, esta noche es Nochebuena.
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