No es lo mismo
«Es necesario conseguir los acuerdos oportunos y eficaces para que el conjunto de las instituciones consigan el mayor grado de estabilidad»
Sábado, 29 de junio 2019, 07:49
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Sábado, 29 de junio 2019, 07:49
Hay que reconocer que para algunas personas es más fácil y entretenido solazarse con unas palabras y algunos escritos en los medios públicos y redes sociales que el compromiso público con un proyecto político. Como decía el Guerra (el torero): «Tiene que haber gente pa' ... to». Viene esto a cuento ante la dificultad que algunos tienen con el análisis serio y también con digerir los resultados electorales. Tampoco nos sorprende, pues ya nos tiene advertido nuestro León Felipe: «Que no hay mejor (o mayor) enterrador que un sepulturero.»
Y ahora, hablando en serio, estaría bien que ante acontecimientos tan importantes como son unas elecciones, donde nos hemos pronunciado los españoles, la confrontación y el debate legítimo en la política democrática no nos hiciera perder la perspectiva de la convivencia y el respeto; y aceptáramos, asimismo, que una sociedad civilizada es una sociedad que deja espacio para lo que no es la política.
Algunos venimos defendido, desde siempre, una sociedad más justa y equitativa y hemos encontrado en la socialdemocracia el proyecto que más se ajusta para la construcción de una humanidad más solidaria. Es verdad que los objetivos clásicos del socialismo se han visto dificultados por la dimensión de los mercados y la globalización con la aparición de poderosas economías emergentes, que no obedecen los elementales principios de la justicia y equidad.
Aunque la situación económica ha mejorado, la inseguridad social no ha desaparecido en España. Y es que las diferentes crisis han supuesto un deterioro durante una larga etapa de profundo malestar que aún no ha sido superada en su totalidad. A esta situación hay que añadir cierta indignación y desconfianza por la acción política heredada de la derecha en términos de corrupción e ineficacia, y como consecuencia se agudizó la pobreza creando más desigualdad.
Frente a esta situación, tenemos un panorama bastante complicado desde el punto de vista político, pero también económico y social. Por un lado, es necesario conseguir los acuerdos oportunos y eficaces para que el conjunto de las instituciones consigan el mayor grado de estabilidad; también la voluntad y un compromiso interinstitucional y cooperación entre los ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, la Administración General del Estado y la Unión Europea.
Precisamente por eso el socialismo es más necesario, ya que es el único proyecto político que mantiene los objetivos de la justicia social y la democracia, así como la lucha frente a las desigualdades. También porque plantea una alternativa al capitalismo insolidario y la lucha contra la destrucción del planeta. Como tiene escrito el profesor José María Maravall, «en estos momentos es necesaria la puesta en marcha del socialismo de lo posible».
Yo creo, sinceramente, que la mayoría de los ciudadanos españoles desean, una vez más, un cambio responsable, como ocurrió en los años también difíciles de 1982 y 1983: «Que las cosas funcionen», ¿se acuerdan?; que nos impulse ante nuevos objetivos de esperanza. Que dada la situación de las tres derechas, y hasta que encuentren su sitio en la política moderna, la sociedad española tiene que seguir avanzando en los objetivos que les preocupan a la inmensa mayoría de los ciudadanos, llámese educación, empleo, igualdad entre hombres y mujeres, en definitiva, que el Estado de bienestar llegue a todas las personas.
Sabemos que no es lo mismo que la derecha gobierne, que ha traído más desigualdad e incertidumbre. También conocemos que no es lo mismo avanzar en igualdad que retroceder, perdiendo las ocasiones para que los más necesitados sientan el aliento de la justicia, la solidaridad y la igualdad de oportunidades. Necesitamos una renovación urgente ante el peligro grave de un retroceso político y social que nos secuestre el autogobierno y nos retrotraiga a la preautonomía.
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