Quienes fuimos niños futboleros conocemos muchas cosas de geografía. Yo ejercí de tal y me queda ese poso de superioridad con respecto a mis congéneres de edad, gracias a saber donde estaba Glasgow porque había un club llamado Celtic o que Montevideo era la capital ... de Uruguay, que de allí procedía el Peñarol, equipo que vino repetidas veces a Valladolid a jugar el torneo de verano, allá por los años 70. Eso nos sirvió para bordarlo en la asignatura sin que el profesor sospechara nunca de donde nos venía esa sabiduría.
Ahora los niños futboleros vallisoletanos cuentan con una enorme oportunidad de ampliar sus conocimientos geográficos porque el Pucela ha fichado a un canadiense de origen familiar jamaicano. Para los chavales la ocasión es doble, un jugador con dos países, un verdadero pelotazo, y nunca mejor dicho. Nos superarán así, que cuando fui un niño futbolero solo sabía que en Canadá y en Jamaica se dedicaban a otros asuntos, como la caza de osos y el reggae, cosas de ese tipo.
En Valladolid lo canadiense que había entonces eran el nombre caribú –aviones de transporte de la base aérea de Villanubla en los que una vez volé de crío con mi primo Javi, gracias a su padre piloto, mi querido tío Rafa–, y las pellizas estilo McCloud, un detective de una serie setentera, coetáneo de Kojak y Colombo. Y de Jamaica, Bob Marley y las hierbas. Lo demás era desconocido, incluso para nosotros, los espabilados niños futboleros.
Ahora ya de adultos sabemos más de Canadá, como que acaban de prohibir a los extranjeros no residentes que compren allí una casa para frenar la subida de precios. Es una idea para la ley de vivienda que pergeña el Gobierno, pero me temo que no se enterarán porque nunca fueron niños futboleros.
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