Me encanta el Diccionario de la RAE. Para mí es un punto de referencia en el mundo hispanoparlante para aclarar las cosas. Como muestra, su definición de progreso es la siguiente: «Acción de ir hacia adelante. Avance, adelanto, perfeccionamiento». Luego, «perfeccionamiento» es el nombre del ... verbo «perfeccionar», que significa «mejorar o hacerlo más perfecto». El contrario de eso es regresar, o regreso, por ejemplo: muchos creen que la vida sería mejor si pudiéramos regresar al pasado, presumiblemente para vivir como los antepasados en la posguerra, o la edad oscura, o, incluso, en cavernas.
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Igual que todos los idiomas, el castellano está en permanente estado de evolución donde los significados de las palabras cambian con el paso del tiempo. Hoy día, llamar a alguien progresista, o progre, como se dice coloquialmente, no es el cumplido que era antes. No, actualmente es un insulto para tildar a los que la RAE describe así: «el sector más radical del liberalismo». No es el único significado que ha metamorfoseado. Antes un golpista era un militar que usaba la fuerza, o violencia, para tomar el poder político del país, pasando del proceso democrático. Sin embargo, ya muchos lo usan para describir a un jefe político que ha llegado al poder porque el exlíder perdió una moción de censura en el parlamento elegido.
Recuerdo de joven, en el colegio en Liverpool, los profesores nos enseñaron a tener cuidado con los que cambian el significado de las palabras para sus propios fines políticos, obligándonos a leer el libro '1984', de George Orwell. En esa novela, un dictador absoluto, un personaje llamado Gran Hermano y basado en José Stalin, manda en Oceanía, un super estado parecido a la ex URSS. Allí, 'el Partido' manipula los pensamientos de la gente, lavando su cerebro con una nueva forma de hablar, la neolengua. Todo un mundo distópico, donde las palabras amor, paz y verdad significan tortura, guerra y mentiras.
La España de hoy día no tiene nada que ver con la Rusia de los años treinta del siglo pasado, pero los contrincantes del presidente describen su política como 'sanchismo', sabiendo bien que ese término que han inventado tiene resonancias de las palabras marxismo o estalinismo. Quizás el sr. Sánchez esté muy equivocado sobre los indultos, (o quizás no), pero, de todas formas, no querer dejar a los independentistas catalanes pudrirse en la cárcel hasta el día del Juicio Final no le hace ser ni comunista ni golpista.
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