Etimológicamente, la palabra aristocracia significa «gobierno de los mejores». Y de eso se trata ahora, de llamar a asumir responsabilidades a aquellos que por su trayectoria, formación y experiencia, han acreditado un desempeño excelente en su función. Esto trasciende ideologías y favores de ... partido. Aquí no se trata de colocar a los fieles ni de cubrir cuotas vergonzantes, sino de lograr unir un equipo de salvación nacional, un 'dream team' que sea capaz de afrontar, sin apriorismos de ningún tipo, el formidable desafío que tenemos por delante como sociedad. Se trata, nada menos, que de administrar escasez y de forjar las bases para que algún día la situación se recupere y podamos seguir adelante sin la ruina ambiental que ahora se cierne sobre nosotros.
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Las amenazas de la crisis sanitaria, en este momento absolutamente prioritaria, afectan a nuestro modo de vida, la economía y el empleo. Se requiere sumar voluntades y talentos en un ambiente de incertidumbre general, un tiempo que no podemos siquiera prever cuánto va a durar y con unos costes que, a día de hoy, nadie es capaz de determinar con exactitud. Se trata de ofrecer a la sociedad tranquilidad y certezas, de mostrar ante los ciudadanos determinación indiscutible y credibilidad. Esto no va de partidos políticos ni de ideologías, sino de salvar al país del brutal abismo al que nos ha llevado la covid-19. Existe, resulta obvio, una clamorosa falta de liderazgo, por eso resulta necesario que alguien levante la bandera y nos convoque a todos a una épica tarea común. Y mientas eso no ocurra permaneceremos embarrados, improvisando y anclados a un atolondramiento letal.
Detrás de la emergencia sanitaria que deja a su paso desolación y muerte, existe un panorama económico que es necesario afrontar con personas incuestionables, plenas de autoridad moral para pedir sacrificios y trazar una hoja de ruta efectiva y posible. Se trata de aunar a la mejor inteligencia del país para salir adelante y conjurar la desgracia de unas cifras imposibles. La deuda pública, el PIB, la tasa de parados... Allí donde se mire dan ganas de salir corriendo, el futuro pinta mucho más negro de lo que nos imaginamos, ya que estamos abocados a la mayor crisis a la que nos hayamos enfrentado nunca. Quienes carezcan de capacitación no pueden ser, de ninguna manera, los pilotos de esta operación a vida o muerte. La reconstrucción se revela así como una tarea patriótica en el sentido más exacto y noble del término.
Hay que contar con empresarios, políticos de cualquier signo, empresarios, gestores, expertos... los mejores, en una palabra. Diletantes abstenerse, esto no va con ustedes. Da igual si alguien es considerado de unos o de otros, eso resulta irrelevante a todos los efectos. Lo que importa es su capacidad intelectual, su experiencia y su saber hacer, nada más. Hay que arrinconar prejuicios, apriorismos y odios africanos. Es preciso dejar a los que saben para que intenten llevar el barco a buen puerto en medio de la tormenta. Ante el desafío más acuciante de nuestra vida no podemos continuar tocando la cítara como si nada pasara. No estamos jugando el futuro de varias generaciones. Si alguien quiere únicamente protagonismo que se haga una foto y la cuelgue en Twitter. Y lo mismo ocurre con la caterva de interesados únicamente en el qué-hay-de-lo-mío y el sálvese-quien-pueda, que cada día ocupan los telediarios.
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Nos va la vida en convocar a los mejores. Estén donde estén. Por eso, ya estamos tardando.
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