El cambio climático, la naturaleza, la contaminación del mar y el escaso respeto por la Tierra en que habitamos, son objeto de estudio y valoración en nuestros días, ello nos permite reflexionar acerca de tema tan puntual.
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Contemplar la naturaleza en cualquier época del año ... imprime carácter, la cultura occidental no ha tenido capacidad para asumir respetuosamente la riqueza de las otras culturas, otras atmósferas, ya que la naturaleza aparece como un don gratuito que se nos ha dado para disfrutar de nuestros sentidos y el equilibrio terrestre. Montañas, mares, lagos, colinas y valles son siempre útiles para la conservación del medio ambiente
Desde el punto de vista literario son muchos los autores que le han dedicado bellas páginas, Eugenio Montale nos habla de la belleza del magnolio, Juan Ramón Jiménez exalta el jazmín, los jardines de Moguer, los campos de Olivares, amarillos trigales o el azul del mar que divisaba desde su casa.
Giacomo Leopardi compuso una bellísima poesía a la retama, Giosué Carducci embelesado de los cipreses de Toscana los inmortalizó. Álvaro Cunqueiro y Emilia Pardo Bazán llevan en el alma la riqueza de los bosques gallegos y la bravura del Océano Atlántico.
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Antonio Machado ensalza los árboles del Duero y Miguel Delibes se centra en los hayedos burgaleses. Unos y otros nos enseñan a comprender mejor el mundo y también a nosotros mismos, ayudándonos siempre a contemplar el reto de la vida. En ocasiones, inmersos en la naturaleza, pasamos de una atmósfera bella en sí misma a otra que podríamos calificar de divina como nos ocurre al divisar el mar, o pensamos con nostalgia en las playas de la infancia acompañados de alegres tardes cuando el oleaje nos salpicaba y jugábamos con la espuma y nos sentíamos acariciados por una leve brisa.
El ruido del viento constituye una sinfonía única y universal, bosques otoñales, álamos blancos a orilla de los ríos, bosques que constituyen los auténticos pulmones de la Tierra, previenen la sequía e impiden la erosión. Rumores de eucaliptus y palmeras, el azahar caído sobre el albero de oro.
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Ecosistemas únicos formados por cielos, selvas, desiertos, dunas y humedales, masas forestales que crecen en las laderas, parques naturales que poseen un enorme valor científico y cultural, ya que en ellos se entremezclan de manera espectacular las formaciones orgánicas.
No seríamos lo que somos si nunca hubiésemos contemplado la grandeza de una montaña, una arboleda reencontrada, un jardín, un naranjo cuajado de azahar, un ciprés o simplemente las florecillas del campo. Ordesa, Aguestortes, Taburiente, Timanfaya, Garajonay, Doñana, Ancares, Valle del Silencio, por doquier paz y serenidad, reservas de la Biosfera. En cualquier de estos paisajes encontramos las voces de un pastor, unos modestos labradores, un molinero, una casa abandonada, unas ventanas cerradas, en cualquier caso el paisaje coexiste con el hombre.
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Cordillera Andina, Torres del Paine, el fuerte viento patagónico con su sonido imperecedero, Alberto Agostini afirmaba: casi intacta la Cordillera avanza como una reserva de la Biosfera, la alta concentración de oxígeno convierte los icebergs en agujas bellísimas de un azul intenso.
Josefina Aldecoa destaca la capacidad de valorar sendas y pequeños caminos, Leonardo da Vinci solía afirmar que lo que mueve al hombre a dejar su casa es la belleza natural del mundo. Mario Benedetti en un excelente artículo trató de demostrar cómo le gustaría elegir siempre un paisaje anterior a él y Cesare Pavese buscó el paisaje de los Alpes piamonteses cuando se apagaba como una vela, claras referencias literarias que nos hacen salir de nosotros mismos. Espiritualidad y belleza se dan la mano en medio de una naturaleza incontaminada, en medio del bosque al contemplar las lilas recién florecidas, acompañadas de una serena mañana, sentimos resurgir la vida en medio de una sinfonía única y universal.
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Protejamos la naturaleza considerándola siempre como un patrimonio de la humanidad y cuando no sepamos dónde ir refugiémonos en el paisaje. Picos de Europa, Dunas de Fuerteventura, Parque de San Jacinto en Portugal, el Teide, Sierra Nevada y la Costa de la Muerte en Galicia, nos llevan a deducir que la naturaleza es el negativo del Todopoderoso. A veces, inmersos en ella un solo momento nos basta para hacer eterno un segundo.
Los Alpes, tal vez las montañas más bellas de Europa con sus cuatro mil ochocientos siete metros constituyen un pulmón único y uno de los conjuntos arquitectónicos más fantásticos y espectaculares que la imaginación humana puede concebir. Recorrer parte de los Alpes en el famoso tren de montaña, el Bernina, de cuya construcción se han conmemorado los cien años es un regalo. Los Alpes siempre como cruce de caminos, arte, cultura e historia: Aosta, Cervino, Mont Blanc, la Marmolada, Stelvio y Valtellina. Paisajes que hay que retener no fotografiar.
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Tierra, aire, frío y agua son los elementos constitutivos de la vida y la naturaleza.
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