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Del Cid a Nadal y pasando por Alcántara

Del Cid a Nadal y pasando por Alcántara

INTRUSO A LA SOMBRITA ·

Jesús Nieto Jurado

Valladolid

Martes, 16 de julio 2019, 07:26

Dicen que la leyenda del Cid en Valencia no es tal como la conocemos, y en desmontar este mito se imagina uno a arqueólogos y a exégetas y demás como intentando zancadillear a Pelayos, Santiagos y esa santa compaña que recitábamos cuando niños. La Historia no es una mera acumulación de sucesos, sino la mirada que el hombre ha puesto sobre ellos. Quizá el Cid no tuviera la apostura de Charlon Heston, y quizá oliese a chotuno si hacemos caso al poema del Machado crápula en la terrible estepa castellana. Aparte de que el Cid en cadáver viviente tomara Valencia, cada pueblo de esta tierra guarda memoria de una batalla, de un rey muerto y de una reina loca. De infanzones colgados y de amores: esa Historia nuestra que Hollywood debería revisar.

Manolo. Siempre, por estas fechas, solía cenar yo con Manolo Alcántara en el María de Málaga y besar a mi ex. Sigo extrañando sus conversaciones, que para mí siempre fueron el reverso hablado de su columna, tan hablada... Qusiera contarle muchas cosas, que he empezado a boxear, que me rasgaron la frente haciendo un reportaje de calor, que Valladolid en 2050 tendrá el clima de Argel. Estos meses sin Alcántara van pasando lentos, dolientes. El trono de la columna estuvo vacío y el reino de las letras, sin rey, degenera en una anarquía peligrosa. Después de los responsos que le dimos en abril hay que recordar a Manolo haciendo lo suyo, lo nuestro. Escribiendo... Y sabe uno que tiene herederos: Manolo López Sampalo, Chapu Apaolaza...

Mañueco. Séptimo presidente de nuestras cosas, toma posesión en un día que hacía un calor como para destetar chotos, que diría Cela. Mañueco prometió diálogo pero dijo, y con razón, que la «unidad de España» y la «legalidad» están por encima de todas las cosas. Y uno se alegra de que, más allá de lo protocolario y de lo solemne, se incluyan la «unidad de España» y la «legalidad» en el mismo discurso. Acaso porque una conlleva la otra, y la otra a la una. En este desbloquearse el panorama político, llevo yo más canas en el pecho que nunca. Desde ya hace demasiados veranos se nos viene diciendo que septiembre vendrá caliente. Por eso, que CyL dé estabilidad al cuadro es más que una proclama, es un desiderativo de estabilidad a eso que seguimos llamando España.

La equipación. Me gusta la equipación del Pucela, el corte y la confección me dan, así, como el aire de equipo inglés, correoso, de 'champions' y de gestas que marcan los heraldos y hasta los pezones. Una elástica que no desentona en los institutos, principalmente en el de Parquesol, donde Jesús Castañón, hincha del idioma, enseña Lengua y Literatura con vistas al estadio. Dejando atrás el foso y con el nuevo 'look', se nos viene encima un nuevo/bueno tiempo.

Avispas. El cambio climático está en todo. En que ya nadie recuerda cuándo se iba de orilla a orilla del Pisuerga helado andando –Umbral lo cuenta en las brumas de la leyenda–, pero también en la fauna marina (sic) del propio río, donde perdí las gafas el día del ascenso y salí de las Moreras como una chica Bond y hablando murciano. Porque si en el Pisuerga hay tiburones de agua dulce, en Segovia anda la peña acongojada por la avispa asiática. Las plagas de la naturaleza se nos vienen en el peor momento, pero podremos con ellas. Seguro.

Arrabal. Fernando Arrabal me manda por la mensajería de estos tiempos unos 'collages' extraños, raramente bellos, que no sé si tiene en mente subastar, regalar, quemar en una falla o algo de eso. Hace tiempo que no veo a Fernando Arrabal, pero mantenemos ese extraño contacto, nos carteamos por la red de redes y me pregunta por mis sueños y me suele decir que en «Australia los canguros fornican del revés». Hablar con una gloria nacional –francesa–, tiene estas cosas. Es curioso que Dragó y Quintero me pregunten por el dramaturgo. Sabe Dios que no quiero quedar en la Historia de la Literatura como un Pepín Bello. O sí, quién sabe. Depende de qué deje para mis viudas...

Nadal. Finalmente Nadal sucumbió ante Federer, pero el balear vendió cara la piel del oso y otras metáforas similares. Nadal, con la edad, va cayéndome mejor. Acaso porque en él hay esa soledad del triunfador, ese espíritu de héroe que no quiere serlo. Le ponen a veces un micrófono delante y dice verdades como puños, sin callarse frente a 'lobbies' y frente a esa infame cofradía de los bienpensantes. Nadal tiene aún mucho que decir, y todos agradecemos esta madurez del héroe.

Política. Y siempre la política ahí, como un mantra cansino. Hay vida más allá del desgobierno. Quizá no sea vida. Pero es lo que hay. Sigo estudiando 'Teoría Económica' y sin enterarme de la misa la media. Viva España y viva Carmen.

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