El presidente del PP provincial, Conrado Íscar, debería tomarse en serio de una vez por todas la marcha y dinámicas del grupo municipal porque no cabe duda de que ha entrado en un peligroso estado de 'sálvese quien pueda'
El episodio del comunicado emitido por la responsable de prensa del grupo municipal del PP en Valladolid, Raquel Sanz, quien se ha confesado autora de un mensaje que arropaba otro de odio en una red social deseando un final como el de Mussolini al alcalde, Óscar Puente, se presta a varias reflexiones.
La primera tiene que ver con el hecho en sí de la amplificación, justificación o relativización por parte del PP de ese texto deleznable de un usuario anónimo, borrado rápidamente. Más aún si recordamos cómo en 2016 Raquel Sanz sufrió en primera persona el acoso de las jaurías digitales que celebraban la muerte en Teruel de su marido, el torero Víctor Barrio. No hay excusa posible. La segunda consideración es relativa al hecho de que haya terminado siendo ella, una simple asesora de prensa, quien ha emitido un comunicado del grupo político asumiendo toda la responsabilidad. Es una muestra más del lamentable estado en el que, ya incluso desde el punto de vista de la mera dignidad personal, se encuentra el PP de Valladolid. Que fuese ella la persona que cometió el error no puede desembocar en que la presidenta, Pilar del Olmo, y su número dos, José Antonio de Santiago, quienes en un primer momento quitaron hierro al asunto, se ausenten del tema como Pilatos y dejen sola a la periodista, de cabeza de turco.
La culpable pudo ser ella, pero los responsables del error son los cargos políticos que orientan y deciden la estrategia de comunicación del PP de Valladolid. Por eso, tanto una como otro solo merecen un calificativo: cobardes. El presidente del PP provincial, Conrado Íscar, debería tomarse en serio de una vez por todas la marcha y dinámicas del grupo municipal porque no cabe duda de que ha entrado en un peligroso estado de 'sálvese quien pueda'. Y la tercera consideración, la más importante. Vuelve a demostrarse que en este país, y también en esta ciudad y en esta comunidad, muchos políticos usan las redes sociales como una especie de barra de bar donde fundamentan y adulteran el debate público, donde amplifican sus perfiles personales e institucionales. Eso atañe a todos los partidos y especialmente a los cargos que más uso hacen de esas redes, particularmente de Twitter. De esa malversación que todos ellos hacen de un debate público sano y decente, de ese montón de fango y frivolidad que vierten a diario en las redes, es de donde surgen situaciones como la que tristemente vivimos estos días. No lo olviden.
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