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«Sospecho que PP y Vox comprobarán, otra vez, que están condenados a entenderse»No será esta vez Andalucía quien inaugure un ciclo de pactos, porque ya se ha anticipado Castilla y León, pero estas elecciones se han planteado como un preludio de las próximas generales». Son palabras de Quico Chirino, subdirector del Ideal de Granada, quien analizaba ... así este viernes la campaña electoral que acaba de iniciarse en aquella comunidad. Toda España va a estar pendiente de lo que suceda de Despeñaperros para abajo el próximo 19 de junio, cuando se abran las urnas. Aquí lo estaremos de manera especial porque, en efecto, castellanos y leoneses ya hemos inaugurado un nuevo ciclo de pactos entre PP y Vox. Y además lo hemos hecho en mitad de una profunda crisis en el seno del Partido Popular, aquella que desembocó en la elección de un nuevo líder, Alberto Núñez Feijóo, tras la abrupta caída de Pablo Casado en su choque con Díaz Ayuso. Por eso las consignas de los partidos de gobierno en el Colegio de La Asunción van a estar hasta entonces marcadas por la cautela, el tacticismo y el cálculo demoscópico. Del lado de Mañueco porque no querrán escenificar ninguna fricción con su socio minoritario, al menos a mayores de las que surjan espontáneamente. Y del lado de García-Gallardo quizás por todo lo contrario: los de Abascal están centrados en marcar constantemente el tema y el tono del debate y eso exige llevar la iniciativa, cierto nivel de confrontación y muchos reflejos.
Es inevitable que Juan Manuel Moreno Bonilla, el presidente andaluz, y Macarena Olona, la candidata de Vox, se vean reflejados contra el espejo de lo sucedido en Las Cortes hace unos meses. La duda, sin embargo, es saber, al margen de otras cuestiones, cómo afectará al clima político de nuestra comunidad una negociación dentro de dos semanas entre populares y súper derechistas que se prevé a cara de perro. Da la sensación de que, en Sevilla y en Madrid, el PP cree de verdad que Vox regalará sus apoyos para la investidura de Moreno. Pero lo cierto es que una de las principales motivaciones de Vox al demandar inflexiblemente la presidencia de Las Cortes o un determinado peso en las consejerías del gabinete de Mañueco era, precisamente, hacer realidad un precedente, un aviso. O sea, quisieron flanquear el camino hacia la presidencia de Andalucía con una hilera de blasones en los que puede leerse siempre el mismo mensaje: que Vox no se abstendrá y que, si obtienen un porcentaje de votos semejante a Ciudadanos, pedirán lo mismo que el PP cedió en 2018 a Ciudadanos. Fácil. Si los sondeos no se equivocan, así será y el mantra de sumar más que la izquierda con que se entusiasman en Génova volverá a quedarse, como ya sucedió en Valladolid, en un argumento tan bello como inútil. Como un jarrón chino.
Porque no sé si en el PP son conscientes de los riesgos que representa quererle torcer el brazo a Olona, que nada tiene que ver con Juan García-Gallardo, un candidato sin experiencia que apareció en política, de la nada más absoluta, hace escasamente cuatro meses. Olona es Vox en esencia, es un órdago a la grande de Abascal, es alguien que no va a jugar un papel de segundona. Tampoco sé si valoran los que acarrearía una repetición electoral, en el caso de que Moreno Bonilla no acepte pactar un gobierno de coalición con ella y cumpla con su amenaza, hace días avanzada. Por otro lado, me temo que se tiene poco en cuenta lo que implica el hecho de que Vox ya tiene en su mano un gobierno autonómico y que, de la misma forma que lo sucedido en Castilla y León tendrá efectos en las postrimerías de la campaña electoral andaluza, todo lo que ocurra en Andalucía tendrá consecuencias en nuestra comunidad.
Hasta el punto de que a Mañueco, cuyo entorno por ahora traslada la idea de que se encuentra más cómodo que con el Ciudadanos de Igea en el día a día –al menos en la gestión interna del gobierno–, no le quede otro remedio que aprovechar la cita de las municipales de mayo de 2023 para anticipar de nuevo elecciones autonómicas y deshacerse de García-Gallardo, sus tres consejeros y el presidente de Las Cortes... En pocas semanas sabremos mucho más, pero sospecho que PP y Vox comprobarán, otra vez, que están condenados a entenderse.
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