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Mientras más de media España chapotea en playas y piscinas, el hábito de informarse, junto al chiringuito o en medio de la montaña, se torna en una experiencia inquietante que amenaza la quietud propia de un tórrido agosto. Aquí debatimos si nos ponemos o no ... la corbata a la vuelta de las vacaciones y nos preguntamos cómo se van a implementar las medidas para ahorrar energía que ha decretado el Gobierno. Nos preocupa, cómo no iba a hacerlo, la posible escasez de gas este próximo invierno y, sobre todo, su repercusión en la actividad industrial y en las economías domesticas. En el horizonte, se cuela tambien la zozobra por la falta de agua que se deja notar en algunas partes del país, con restricciones ya vigentes o anunciadas, en medio de la mayor canícula que recordamos en años. Esto es lo que hay, algo que no invita precisamente a la despreocupación por muy en verano que estemos.
Si miramos ahí fuera, lo que observamos no es mucho más tranquilizador. China ha elevado estos días peligrosamente la tensión con Estados Unidos al programar unos juegos de guerra en torno a Taiwan tras la provocadora visita de la líder de la Cámara de Representantes, que ha decidido provocar un incidente diplomático muy serio al insistir en viajar a la colonia china que Pekín considera parte inalienable de su territorio. Claro está que Nancy Pelosi tiene todo el derecho a desplazarse donde quiera, pero tras las advertencias del presidente chino, Xi Jinping, a Joe Biden en las que calificaba esta escala viajera como «jugar con fuego», una elemental prudencia política aconsejaría no haber caído en algo que puede provocar un importante terremoto en el frágil equilibrio geopolítico entre las dos potencias.
Mientras tanto, la OTAN alerta de que está «lista para intervenir» si sube la tensión en Kosovo, cuyo gobierno ha prohibido los documentos y matrículas de vehículos serbios que tendrían que haber sido sustituidos por acreditaciones kosovares. Décadas después de las guerras en el territorio de la antigua Yugoslavia, el mundo comprueba cómo continúan aún heridas sin cicatrizar y conflictos soterrados que pueden estallar en cualquier momento. El Kremlin respalda sin fisuras la postura de Serbia y califica de «irrazonables» las demandas de Prístina en medio de un ambiente de tensión creciente entre los dos territorios.
Y, por si faltaba algo, el inefable Kim Jong Un, presidente de Corea del Norte, no se priva de amenazar a EE UU en utilizar su arsenal nuclear ante un hipotético conflicto mutuo. Su nación, afirma, se está preparando para movilizar «completa y rápidamente» a la fuerza nuclear disuasoria, a la vez que extiende su advertencia bélica a la vecina Corea del Sur, país al que ha anunciado la «aniquilación total» ante cualquier intento de derrocar el régimen norcoreano.
De la inmoral invasión de Ucrania por parte de Rusia no llegan tampoco más que noticias negativas con la insistencia de las tropas de Putin de continuar conquistando más parte del territorio y la evacuación decretada por Zelenski de la región de Donetsk, al este de Ucrania, para evitar la muerte de miles de civiles dispuestos a resistir hasta el final en su defensa del territorio.
De modo, que este es el panorama en un mes de verano atípico con un tablero internacional altamente convulsionado lleno de amenazas que nos afectan a todos. Una estampa plagada de incertidumbre que juega con términos como armamento nuclear, racionamiento energético, cortes de suministro y hambrunas. Una amenaza, tan latente como real, que no podemos ni debemos ignorar.
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