Una mujer y su gato entre las ruinas de edificios destruidos por los ataques rusos en Borodyanka (Ucrania). REUTERS

Mundo sin derechos

DESPUÉS DE LAS PALABRAS ·

El mundo es una metáfora que trasciende los límites humanos. El río no se detiene, tampoco el humano; no vencer a la muerte es ley natural de la vida

Juan Villacorta

Valladolid

Lunes, 13 de febrero 2023, 00:19

El nuestro es, todavía, un mundo sin derechos, ni humanos ni animales, un mundo de los peores posibles, queda otro mundo por hacer. La frase que oímos es «Pedid lo posible, que no se os dará'». Como dijo el poeta, «alguien debería subir una escalera ... hasta los propietarios de la cima, dejarles allí una pregunta, volver la espalda y descender».

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Las guerras anuncian el resplandor de un mundo en ruinas. En el esplendor de este crepúsculo, los humanos se ven más nítidamente que sus supuestos trabajos de humanización. El ocaso humano es, en todos los casos y circunstancias, un registro de fósiles, un cementerio de espíritus flor de ceniza. La corrosión de lo temporal deja al mundo sin cimientos, y este mundo sin cimientos se derrumba.

El río, la vida humana, el tiempo. El mundo es una metáfora que trasciende los límites humanos. El río no se detiene, tampoco el humano; no vencer a la muerte es ley natural de la vida. Sólo sobreviviremos con la simbiosis de mundos, con el cruce de culturas.

Una mirada racional al mundo es siempre apasionada y por ello subjetiva y manipuladora de la realidad. La mirada de nuestros ojos es la virtual transformadora de mundos. Y una pregunta: ¿Es real nuestra percepción del mundo real, del mundo que nos rodea y confunde? Una cosa sabemos, necesitamos una inextricable ternura en nuestro cerebro para conseguir adivinar qué clase de mundo se oculta tras la hora cero. El mundo no gira, evoluciona alejándose de sus orígenes.

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