Muérase alegre y contento

Y entre esas líneas de peligro que precisamente el sentido común recomienda no traspasar para que no te lapiden socialmente, desconozco si se encuentra el humor negro, el fúnebre, entiéndase, no me vayan a sacudir. Para alguno seguro que tampoco ha de bromearse con cosas de difuntos, pero aprovechando estos días de ánimas y que estamos a la vera del Pisuerga no puedo resistirme a contarles una frase publicitaria de hace al menos medio siglo: «Muérase usted alegre y contento con funeraria La Moderna». El autor fue un tabernero de Olmedo, conocido como Lici, a quien se le ocurrió meterse en el negocio de la muerte, pero con la alegría que derrochaba en vida. No sé decirles, ni me consta, que con el lema ganara clientes, pero tampoco que se quejaran.

Años después y a una veintena de kilómetros, en Medina del Campo, otro funerario siguió esa estela del sarcasmo lúgubre y felicitaba la Navidad «a sus futuros clientes». Sentido del humor sobre un asunto tan serio, que llegó al culmen en un entierro en esa comarca en la que a los portadores del féretro se les cayó el ataúd. Supongo que abrumados por la situación pensaron tierra trágame, y nunca mejor dicho, hasta que oyeron decir a la hija de la difunta: «Mi madre siempre fue muy propensa a las caídas». Desconozco cuál era la funeraria, pero sospecho que una de esas dos tan ingeniosas.